Volver

Tercera semana de Cuaresma
La comunidad (II): espacio de perdón
Mateo 18, 21-35

Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial,
si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano

Si la comunidad que se coloca en actitud de conversión recapacita, como lo vimos ayer, que su misión es buscar y acoger a todos, sin exclusivismos ni discriminaciones, hoy vemos cómo ella está llamada a convertirse en espacio de perdón entre sus miembros. Esta es la forma más completa de la acogida.

Jesús invita a “perdonar de corazón al hermano” (18,35). Esto es, generosamente, sin recriminaciones, a fondo y definitivamente.

Normalmente no siempre es así, pues lo que ocurre muchas veces es pagar mal con mal. En la sociedad, el odio hace parte de las relaciones sociales, al mismo nivel que la estima y el amor. Perdonarle a otro las deudas es cosa rara. Cuando se odia a alguien, lo que se quiere es que sufra y de pronto hasta que desaparezca para siempre. Esto es inhumano y es incompatible con la propuesta de Jesús.

La parábola del deudor insolvente, parte de la pregunta sobre hasta cuando se debe tener paciencia en el dar perdón (ver 18,21). La respuesta es: ¡Siempre! No hay límites para el perdón.

En el centro de la parábola se hace una ilustración de esto. En la práctica es un comentario de la enseñanza en el sermón de la montaña: “Si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas” (Mt 7,15).

Invitamos a leer la parábola cuidadosamente observando los pasos que da cada uno de los personajes y cómo se llega a la lección final sobre el “perdón de corazón”.

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:


1. ¿Hay en mi familia, comunidad, espacio de estudio o trabajo situaciones que requieren de perdón? ¿Cuáles?

2. ¿Se me ha acabado la paciencia con alguna persona?

3. ¿Qué me pide Jesús y cómo lo voy a hacer?