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Segunda semana de Cuaresma
Unificar la vida en la comunión con el cáliz de Jesús
Mateo 20, 17- 28

“¿Podéis beber la copa que voy a beber?”

¡Cómo es difícil identificarse con el crucificado! Así pareciera decirnos el evangelista Mateo a presentarnos en el pasaje de hoy, la salida de tono de la familia de Zebedeo, primero, y de todo el resto de los discípulos, después.

El relato tiene tres partes:

(1) Durante la subida a Jerusalén, Jesús anuncia la pasión por tercera vez (20,17-19).

(2) Enseguida se le acerca la madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, para pedirle que le conceda a sus hijos los mejores puestos en su Reino definitivo. A lo cual sigue un diálogo de Jesús con estos dos discípulos (20,20-23).

(3) Finalmente, ante la indignación de los otros diez discípulos por la solicitud presentada, Jesús pone las cartas sobre la mesa e indica cuál es el tipo de grandeza que deben buscar (20,24-28).

El anuncio de la pasión hace plano de fondo de toda la escena. Con palabras precisas Jesús describe su itinerario pascual: la entrega a las autoridades judías, la condenación, la entrega a las autoridades paganas (y sus respectivas burlas, azotes y crucifixión), y finalmente, la resurrección.  El itinerario de la humillación y exaltación es claro.

La petición de la madre de Santiago y Juan –quien habla también con lenguaje oficial- contrasta fuertemente con lo que Jesús acaba de decir. Pero Jesús no le responde a ella sino a los implicados. El punto más importante está en la pregunta de Jesús: “¿Podéis beber la copa que voy a beber?” (v.22b), a lo cual ellos asienten.

Beber de la copa es participar en la pasión de Jesús, recorriendo su camino de dolor y entregando la vida junto con él. Aunque de hecho Santiago murió mártir (ver Hechos 12,2), la invitación a beber el cáliz no se limita a una muerte física. Las palabras de Jesús a los otros diez que están indignados porque se sienten desbancados por la osada solicitud de los hijos de Zebedeo, reflejan el camino de la pasión que todos los discípulos están llamados a recorrer: el camino del servicio a la manera de los esclavos, esto es, sin contraprestación, sin ningún otro motivo que la gratuidad.

En la vida comunitaria la comunión se construye bebiendo todos del mismo cáliz de Jesús. La penitencia cuaresmal nos saca de nuestros individualismos, del intento de crear pequeños espacios personales de poder, de la comodidad de quien espera ser servido.

Compartiendo el estilo de vida de aquel “que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (v.28) se rompen los esquemas de sometimiento de las alianzas políticas y económicas que configuran el planeta y surge humilde un nuevo estilo de hacer sociedad. Su lugar fundacional: la comunión con el cáliz del Maestro.

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:


1. Cómo respondería a la pregunta de Jesús: “¿Puedes beber de la copa que voy a beber?”.

2. ¿Qué debe caracterizar el estilo de vida comunitaria de todo discípulo de Jesús?

3. A la luz de este evangelio, ¿Qué decisiones concretas me pide hoy Jesús que tome?