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Segunda semana de Cuaresma
Unificar la vida en el corazón misericordioso del Padre
Lucas 6,36-38

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso

Después del monumental domingo de la transfiguración seguimos haciendo el camino del desierto junto con Jesús, guiados por la escucha de su Palabra. El de hoy retoma, en la versión lucana, el tema evangelio del sábado pasado: la perfección, esto es la indivisibilidad del corazón paterno de Dios, que en Lucas se  perfila con el matiz particular de la misericordia: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (6,36).

Para hablar de la “misericordia” en este pasaje, Lucas escoge un término que se usa rara vez en el vocabulario bíblico y que generalmente las Biblias traducen como “compasión”.  Este término describe la sensibilidad de una persona ante la situación de fragilidad de otra: el otro “me duele”, no me es indiferente. A veces en las relaciones interpersonales, especialmente las familiares, se escucha decir: “¡Es que a Usted yo no le importo!”. La “compasión” es lo contrario de esto, es una actitud de consideración que es la puerta de entrada de toda auténtica relación.

Por medio de cuatro fuertes imperativos, Jesús pone a palpitar el corazón de sus discípulos en sintonía con la “compasión” del Padre. Estos imperativos nos llevan a vivir como “hijos” (ver Lc 6,35) que reflejan la personalidad del Padre y son también, para una comunidad, el parámetro de sus relaciones internas. Los dos primeros imperativos aparecen en negativo (lo que no hay que hacer) y los otros dos están en positivo (lo que sí hay que hacer); de esta manera la compasión se ejercita llevando el control de los sentimientos, sabiendo parar a tiempo en algunos comportamientos y estimulando para hacer otros.

(1) “No juzguéis”. El juicio se ejerce a la hora de tomar decisiones con respecto a otras personas. La cuestión aquí no es el ejercicio de la justicia como tal, puesto que eso se da como asumido, sino la manera de hacerla. No debe hacerse con la irritación que disminuye la objetividad y que hace que el culpable quede más herido.

(2) “No condenéis”. Todo juicio termina con una sentencia que puede ser favorable o desfavorable. Aquí no se está diciendo que no se dicten sentencias desfavorables y, por lo tanto, que no se llamen las cosas por su nombre, sino que no nos corresponde a nosotros cerrar definitivamente los procesos con la gente. A veces se rotula la gente con determinados calificativos y no se les dan nuevas oportunidades.

(3) “Perdonad”. Aquí se presenta la otra cara de la moneda: en lugar de juzgar hay que perdonar, o sea, no rechazar sino ayudar a superar la falta.

(4) “Dar”. En continuación con lo anterior, al hermano frágil se le “da” una nueva oportunidad, no se le deja solo con su problema sino que se le “da” lo que necesita para que salga adelante.

Estos son los cuatro imperativos que se unifican en una sola expresión: ¡misericordia! Lo que se busca es rescatar al hermano frágil tratándolo con mucho cuidado y tendiéndole la mano. Es la consideración que seguramente quisiéramos que los demás tengan también con nosotros.

Pero la medida de nuestra apertura y compromiso con el otro será la que nos aplicará Dios al final de nuestra vida. El que obró de manera idéntica al Padre Dios: no será juzgado ni condenado sino perdonado y recibirá aún más de lo que dio. Si contemplamos la Cruz de Jesús comprenderemos la verdad de estas palabras. A pesar de nuestros pecados Dios no nos juzgó ni nos condenó, al contrario nos perdonó y nos dio su propia vida. El perdón que recibimos es el que nos ha venido por la muerte de Jesús “entregado por nuestros pecados” (Romanos 4,24).

De nuevo resuena el plural comunitario: la comunidad cristiana es comunidad de pecadores que, consciente de su necesidad de conversión, se abre al don del perdón divino y se hace –al mismo tiempo- comunidad que perdona y promueve a cada hermano. Todo se unifica en el ámbito de la misericordia del Padre.

Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:


1.  ¿Qué se entiende por “compasión”? ¿Podría colocar ejemplos concretos?

2. ¿Qué impulsos debo evitar en el trato con las personas que andan regular en su vida moral?

3. ¿Qué me pide Jesús que haga con ellas? ¿Qué hizo Jesús por nosotros pecadores en la Cruz?