A través del desierto Dios nos guía a la libertad

CUARESMA POST FRANCISCO

"Dios es nuestro Padre y desea la vida" Papa Francisco

Hemos vivido recientemente la visita del Papa Francisco a nuestro país y a fines de enero nos entregó el “Mensaje de cuaresma” para el año 2018. Simultáneamente los obispos en Chile  han convocado a un Congreso Eucarístico para el año 2018.

En este marco, ¿Cómo vivir en Chile el tiempo de  cuaresma, preparatorio a la celebración de la Pascua del Señor?.


I. Mensaje

El Papa Francisco en su Mensaje para el año 2018 describe la cuaresma como “´signo sacramental de nuestra conversión´, que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida”.

Cuatro son los ejes fundamentales que la Iglesia nos propone para profundizar o revitalizar el encuentro con el Señor:

  1. Por una parte, rememorar nuestro bautismo y hacer penitencia interna y externa que involucra preocuparse por la limosna, la justicia y la caridad. (SC 110)

  2. Y por otra, la escucha de la Palabra de Dios y la oración. (SC 109)

 

No se desarrolla aquí cada uno de estos aspectos, puesto que basta recordar que en la participación de la Eucaristía y en la propuesta que hace el leccionario y el misal, que considera cada tiempo litúrgico, son un precioso instrumento para seguir el camino del Señor en la cuaresma hacia la Pascua.


II. Oración, limosna y ayuno

El Mensaje cuaresmal del Papa Francisco (Agregar hipervínculo) señala que:

  1. La oración, “…hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotras mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios”.

  2. La limosna: “…nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío”.

  3. El ayuno: “…debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”.

III. Práctica Cuaresmal

A la luz del lema y de la homilía del Papa Francisco en el parque O´Higgins se sugieren algunos puntos que pueden dar una orientación especial a la práctica cuaresmal del año 2018.

La homilía centra la atención en el VER de Jesús, en su mirada a la multitud y en especial a sus rostros. En las miradas que se encuentran, se hacen presentes las búsquedas y anhelos de cada uno y a las que Jesús les abre un horizonte y les señala un sentido.

Desde ese encuentro entre la mirada Jesús y nuestra mirada, el corazón se siente acogido, “misericordiado”, que alimenta la esperanza y hace que no se canse de esperar. Citando a Neruda, el Papa señala: “Y experimenta que la esperanza ´es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa´” (Pablo Neruda, El habitante y su esperanza, 5).

La mirada de Jesús,  “…viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar”, nos sacuden de “esa postración negativa llamada resignación”.

Lo contrario a la cuaresma, (o anti-cuaresma) desde la homilía del Papa, será “mirarse hacia dentro” y “escapar de los problemas”, o “escondernos o encerrarnos en nuestras comodidades”, “adormecernos en un consumismo tranquilizante”, aislarnos de todos, dividirnos, separarnos; “hacernos los ciegos frente a la vida y al sufrimiento de los otros”, “pretender crecer y «darse un nombre», de tener prestigio a costa de otros, entre otros.

Y por el contrario, la cuaresma es ir en salida, “apostando al futuro”, “…vencer grandes o sutiles mezquindades y ambiciones”, “dejándose tocar e impulsar por el Espíritu de Dios” con todos los que se “comprometen por la reconciliación” y “son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz”, “que se esfuerzan por no sembrar división”. “¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra”, “gestar relaciones capaces de ver en mi vecino no a un extraño, a un desconocido, sino a un hijo de esta tierra”.

Citando al santo chileno, expresa, como “decía san Alberto Hurtado: ‘Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien’” (Meditación radial, abril 1944).

“Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa”.

Aquí se hacen real los rasgos de la cuaresma: la oración, la limosna y el ayuno.
Así, no se enfría nuestra caridad.

 

Jaime Carmona F.
Director Área Eclesial
CECh


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