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Mensaje de Su Nombramiento

1. Mientras me encontraba en España, cumpliendo un encargo que me había transmitido la Santa Sede, recibí a través del Señor Nuncio Apostólico la noticia de mi nombramiento como Cardenal de la Santa Iglesia Romana. Siempre he querido aceptar con fe y de corazón cuánto el Santo Padre me ha pedido, porque lo que él me propone y me solicita, es para mí voluntad de Dios.

2. Comparto plenamente la intención del Santo Padre de asociar a todo el colegio episcopal a su responsabilidad pastoral por la Iglesia Universal, y en bien de toda la humanidad, y de expresar esta verdad también a través de nombramientos de Cardenales de muchos y diferentes países, que puedan colaborar con él en su solicitud pastoral por todo el mundo. Lo que más deseo es prestarle el servicio que espera de mí.

3. Por quinta vez el Santo Padre expresa su gran aprecio y cariño a nuestro pueblo y a toda la Iglesia chilena, asociando al actual Arzobispo de la capital del país, al encargo que él recibió de Jesús, como vicario suyo en bien de la Iglesia universal.

4. En esta ocasión recuerdo con cariño a mis predecesores como Arzobispos de Santiago, a los Cardenales don José María Caro Rodríguez, don Raúl Silva Henríquez, don Juan Francisco Fresno Larraín y don Carlos Oviedo Cavada. Los recuerdo con mucha admiración, cariño y gratitud. De manera vigorosa y elocuente hicieron presente en la Arquidiócesis y entre todos nosotros la novedad del Evangelio y su fuerza transformadora. Se dieron por entero a esta Iglesia y a sus comunidades, despertando el amor a Dios y a sus caminos de vida, a la Stma. Virgen y a los santos, y acercando el amor de Jesús a todos, especialmente a los más pobres, oprimidos y marginados, llevándoles no sólo una palabra de aliento y consuelo, sino también reclamando para ellos el respeto a su dignidad de hijos de Dios. También, apoyando a cuántos han querido construir - como laicos, como religiosos y religiosas y como pastores – una patria más justa y fraterna, más conforme al Evangelio. Uno a ellos el recuerdo del Cardenal don Jorge Medina Estevez, que renunció a la alegría pastoral en su Diócesis de Valparaíso – y anteriormente de Rancagua – para colaborar generosa y competentemente con el Santo Padre en Roma.

Es exigente el legado espiritual que recibo. A todos los que creen en Dios, les pido el apoyo de su oración. Y a todos, su colaboración en esta noble tarea.

5. Al Santo Padre vaya nuestra más profunda gratitud. Puede contar, más aún, conmigo y con este lejano país que lo quiere. Hemos seguido y valorado sus enseñanzas, sus gestos, su entrega y su vida de hombre de Dios y hermano de la humanidad. Todos nosotros, particularmente los jóvenes, lo recordamos y reconocemos como “Mensajero de la vida”, “Peregrino de la paz”, “Hombre de esperanza” y “Profeta de un nuevo milenio”. Al asociarme más a su ministerio pastoral y al asociar más a toda nuestra Iglesia, le expresamos nuestro propósito de colaborar más resueltamente en la Nueva Evangelización y a sus esfuerzos en pro de la unidad de todos los cristianos, como asimismo en dar mayor fecundidad, con la gracia de Dios, al sustrato cristiano y católico de nuestra cultura, y en superar los errores, las injusticias y las heridas del pasado y del presente. Recordando sus Mensajes en nuestra patria y en Roma, queremos ser un país donde cada uno de sus habitantes tenga un trabajo digno, un hogar cálido y estable, y una patria solidaria y abierta al trato cordial con Dios.

Santiago, 21 de Enero del año 2001.

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