Entrevista a Mons. Manuel Camilo Vial

Mons. Manuel Camilo Vial, Obispo Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile:

"Hemos aprendido mucho en el último tiempo"

  • "Tenemos que ser humildes y asumir que a veces hemos pecado", dijo Mons. Vial. El Obispo de Temuco se siente optimista porque "el Evangelio es vida", "el Santo Padre es un profeta" y porque "hay muchos elementos para vitalizar a la Iglesia".
  • Adelantó que en la próxima Asamblea Plenaria de noviembre
    acordarán criterios para enfrentar las situaciones de pedofilia
    que tienen a los obispos muy dolidos.
    Mientras esperaba abordar el último avión que lo llevaría finalmente a casa, Temuco, se dio tiempo para reflexionar sobre los acontecimientos que vive la Iglesia chilena. Regresaba después de casi un mes de ausencia de su diócesis y de la CECH. Mons. Manuel Camilo Vial estuvo en Roma cumpliendo con la Visita Ad Limina junto a los demás obispos chilenos y en el Aeropuerto de Santiago, el domingo último, conversó con el portal IglesiaChile.org.

    Al consultársele por el significado más profundo de esta Visita Ad Limina, el Obispo Secretario General de la CECH dijo que "por el ambiente de la visita, que fue muy cordial, muy atento, diría que el Santo Padre tiene una gran confianza en el Episcopado chileno, incluso en aquellos puntos álgidos que muchas veces se expresan en declaraciones públicas en las que pereciera que la Iglesia chilena asume posiciones que podrían ser calificadas de especiales".

    Añadió que "el mensaje que nos dio el Santo Padre es una confirmación de que todo lo que hemos estado haciendo está en el espíritu de lo que él quiere para la Iglesia y en el espíritu de la tradición de la Iglesia. En ese sentido, los encargos que nos hace son plenamente coincidentes con nuestras orientaciones pastorales, las que por lo demás están inspiradas en los documentos Novo Millenium Ineunte e Ecclesia in America. De esta forma sentimos que estas orientaciones son confirmadas en todo los referido a la preocupación por las personas, las familias y los jóvenes. Nos deja, también, una preocupación importante para nuestro trabajo con los sacerdotes y las vocaciones, con el problema social y particularmente con la pobreza".


- ¿Cómo recibieron los obispos la noticia que inculpaba al sacerdote José Andrés Aguirre en situaciones de abusos sexuales?

- Es un dolor muy grande para nosotros darnos cuenta de que existe este problema en la Iglesia chilena, que no es el único caso, ya se han denunciado otros. A los obispos nos ha hecho hacer un examen de conciencia de cómo estamos haciendo nuestro trabajo en los seminarios, con qué criterios estamos admitiendo al seminario, cómo estamos asumiendo la formación de nuestros seminaristas y preparándolos para un sacerdocio para los tiempos que vivimos que tiene características bien especiales.
"Es un sacerdocio que está enmarcado por la cultura, pero al mismo tiempo es un sacerdocio que debe manifestar la presencia de Jesucristo a los hombres de hoy. Esto requiere una preparación muy especial tanto para la vida espiritual como para inculturar el mensaje del Evangelio en la realidad que estamos viviendo. Ello implica una preocupación por la formación del sacerdote, su espiritualidad y el acompañamiento del obispo a sus sacerdotes. A la larga, va a redundar en beneficios para la Iglesia. Porque aunque el tema había sido abordado muy tangencialmente, los desafíos de la formación deben ser muy cuidados para los tiempos en que estamos viviendo.
"Nos dolió mucho la situación del sacerdote Aguirre y nos hizo revisar la forma en que hemos actuado en otros casos similares. Cómo, a lo mejor, ha habido un desconocimiento de cómo tratar estos asuntos pues son nuevos para nosotros. Hemos visto como la sicología ha avanzado mucho en el estudio de estas situaciones y nos muestra que muchas veces, cuando hemos aplicado nuestros principios, hemos sido a lo mejor un poco ingenuos a veces y hemos creído siempre en la recuperación de la persona… pero hay casos en que la sicología nos recomienda el abandono del ministerio".

- La prensa en los últimos días también se ha referido a las acusaciones de abuso sexual de menores que pesan sobre un sacerdote peruano, miembro a la Orden Franciscana, que vivió en Carahue, localidad que pertenece a su diócesis. ¿Qué opina usted de este caso? ¿Qué piensa hacer?

- Bueno, eso es pasado, de varios años atrás. El obispo anterior trató el caso con la orden a la que pertenecía porque ella es la responsable y a nosotros no nos toca hacer la investigación sino que le corresponde a la congregación.

- ¿Aprovecharon esta Visita Ad Limina para establecer criterios básicos de actuación frente a otros casos que pudieran presentarse?

- Sí, claro. Desde la asamblea plenaria de noviembre pasado estábamos tratando el tema y ahora hemos sido más concretos a la luz de los acontecimientos de Estados Unidos. En Roma realizamos tres reuniones al respecto, cuyas conclusiones esperamos cristalizar en la próxima asamblea de noviembre, donde dedicaremos un día a la evaluación de la Visita Ad Limina. Desde ya encargamos a una comisión la elaboración de un documento. De éste texto saldrán los criterios con los cuales queremos actuar en el futuro. Este proceso comprende también un diálogo con las congregaciones religiosas y los institutos de vida consagrada para llegar a acuerdos y unificar criterios.

- ¿Los criterios que van a adoptar en su próxima asamblea plenaria, apuntan a los procedimientos a seguir en cada caso o a la formación en la vida religiosa?

- A los procedimientos pero especialmente a la formación pastoral. El gran desafío que también nos dejó el Santo Padre es la santidad del sacerdote y su vida espiritual. Ahí va a haber un esfuerzo grande de parte nuestra.

- Respecto a los procedimientos para actuar en los casos de pederastia, se dice que la Iglesia no ha aplicado tolerancia cero frente a estos temas…

- En algunos casos hay que tener tolerancia cero, porque hay cosas que no se pueden tolerar ni aceptar. Lo que no se entiende es que la Iglesia también debe tener mucha caridad y debe vivir la caridad en todos estos casos, ya que son personas que sobre llevan una enfermedad. Ellas, aunque hacen grandes esfuerzos y ponen voluntad para mejorar, vuelven a caer. Por eso debemos tener la claridad que nos aporta la sicología para no pisotear al caído… como lo ha hecho la prensa que vuelve permanentemente sobre un caso que ya está en manos de la justicia. Esto es ensañarse con la persona del sacerdote y de las familias que tienen un dolor inmenso por el ultraje recibido.
"Creo que el Cardenal Errázuriz ha dado un muy buen testimonio al acercarse a la familia que tiene el dolor más grande, a la parroquia y también al sacerdote. Por eso, no debemos perder las proporciones del tema y darnos cuenta que un 99% de los sacerdotes cumplen con su deber con una generosidad muy grande. El mal que se les está haciendo a muchos sacerdotes es muy grande, pues se ha sembrando la duda y sólo son algunos casos. Hay centenares de religiosos, religiosas y sacerdotes consagrados a su ministerio y que lo hacen bien, con pureza de corazón y que sirven a sus hermanos con mucha generosidad".

- También los Obispos estaban en Roma cuando se dieron importantes pasos en la discusión de la Ley de Matrimonio Civil. ¿La propuesta de validar civilmente el matrimonio religioso llena las expectativas de la Iglesia frente al tema?

- Es bastante difícil decir que nuestras expectativas son positivas por el reconocimiento del matrimonio religioso, sin bien creo que es valioso, pero se abrió una inmensa puerta al divorcio. Esto de ninguna manera es una alegría ni un triunfo para la Iglesia. Lo que hay aquí es una aprobación al divorcio, cosa que la Iglesia ha denunciado y demostrado lo negativo que puede ser para la sociedad.

- ¿Cuáles son los desafíos pastorales que surgen de esta nueva legislación que podría llegar a probarse?

- Es necesario preparar mejor a los niños para el amor, la sexualidad, la formación de una familia y lo que significa el sacramento del Matrimonio. Junto con ello, debemos ayudar a las parejas para que puedan mantener su fidelidad y la fuerza del sacramento del Matrimonio.

- ¿Qué opinión tiene frente al tema de la corrupción política que ha asomado en las diversas denuncias por coimas?

- Nuestro país se ha distinguido por haber estado alejado de los temas de coimas en sus niveles oficiales, aunque las coimas en Chile han existido en los grandes negocios y en las grandes empresas, desgraciadamente. Pero siempre nos hemos distinguido por ser un país -en general- bastante honesto. Me da lástima, entonces, que caminemos con pasos agigantados siguiendo la huella de países que hoy están destruidos moralmente por la corrupción. Es necesario entrar a una discusión sobre el tema, pues hay muchas formas de corrupción. Y últimamente, la más corriente es que se financien las campañas electorales, o se adjudiquen proyectos a alguna gente que no siempre son realizados adecuadamente o sobre los cuales no existe control alguno. Esto existe en todas las regiones del país. Es el momento para buscar la probidad desde la formación de los niños en el seno familiar y en los colegios, porque muchas veces los niños son exigidos de mala manera y empujados indirectamente a la obtención de logros sin importar los medios utilizados para la consecución de los mismos.

- ¿Frente a todos estos temas, qué mensaje da usted a nuestra Iglesia en su calidad de Obispo Secretario General de la Conferencia Episcopal?

- Que hemos aprendido mucho en el último tiempo. Hemos ido a Roma con mucho dolor no sólo por el caso de pedofilia, sino que por los temas de la familia, de los jóvenes, de los pobres, de los campesinos y de los mapuches… Son cosas que nos duelen, cosas que nos cuestan mucho en los momentos que vivimos hoy. Cuesta que la palabra de Dios llegue a los distintos lugares. Hay ocasiones que hasta se ataca la Palabra de Dios. Pero llegamos con mucha fe en el Evangelio y en Jesucristo, nos hemos renovado en las tumbas de San Pedro y San Pablo. Renovamos nuestro compromiso con el Papa y con la Iglesia. Una cosa muy linda fue la fraternidad vivida entre los obispos y eso va a dar sus frutos aquí también en Chile. Eso nos da optimismo y estamos lejos de llegar compungidos. Ciertamente llegamos adoloridos porque estamos siendo probados como lo fue Jesucristo.
"Estamos en una sociedad muy hipócrita, muy hipócrita, porque está preocupada de estos asuntos y no se preocupa de los grandes corruptores de la sociedad. Ahora nos ha tocado a nosotros. El Evangelio dice: El que esté libre de pecado que lance la primera piedra. Aquí han apedreado a todo el mundo, pero a veces los que apedrean son los que tienen más cargas en sus conciencias. Yo vuelvo con mucho optimismo, con la certeza de que el Evangelio es vida, que tenemos un Santo Padre que es un profeta para nuestro tiempo. En nuestras manos tenemos los elementos para vitalizar nuestra Iglesia. Y que tenemos que ser humildes y asumir que en algunas cosas hemos pecado, asumir que esta Iglesia es santa y pecadora. Santa, porque Dios habita en ella. Y pecadora, porque está constituida por hombres que somos pecadores".

(Entrevista de Jaime Coiro, Aníbal Pastor y José Becerra).