Frente a las denuncias: La cruz de la Iglesia

Entrevista al Cardenal Francisco Javier Errázuriz en el diario El Mercurio, el domingo 10 de Noviembre de 2002.
Entrevista de Raquel Correa

Monseñor Francisco Javier Errázuriz enfrenta el escándalo que crucifica a la Iglesia Católica por casos de sacerdotes corruptos. Y lo hace a fondo, con toda franqueza, ahondando en temas tan delicados y escabrosos como la homosexualidad, la pedofilia, el celibato.

Triste, muy triste está el cardenal. Aunque esa cierta sonrisa no se le borra del todo casi nunca, la pena se le escapa por los ojos. Gesticula poco, habla despacito y dice lo que piensa; sobre todo, lo que siente.

- El último documento de los obispos se llama "Horas dolorosas..." ¿Qué ha sido para usted lo más doloroso de lo ocurrido en la Iglesia últimamente?

- Todo. Saber que un obispo está sufriendo, alguien con quien uno ha sido compañero de estudios, de ordenación, que ha entregado a los demás tantas cosas valiosas, es realmente muy penoso. Por otra parte, muchas familias y personas que estuvieron muy cerca de él y lo aprecian mucho, que han visto lo que se ha publicado. Es doloroso por ellos. También, por la Iglesia. Uno percibe el dolor de mucha gente.

- ¿Y no percibe la furia de mucha gente?

- No he percibido furia. Puede ser que, por ahora, se acerca mucho más la gente que tiene pena que la que tiene ira. Me produce un dolor muy grande saber que para muchísimas personas que no están tan dentro de la Iglesia, pero que son católicos, estos casos implican una decepción.

- Todos los casos que han salido a la luz pública - como los de la diócesis de Punta Arenas- son muy dolorosos. Este gran problema con el Padre "Tato" que explota, paso a paso. Primero, los últimos hechos; después, hechos anteriores... Fue triste verlo en la cárcel, sabiendo que su fama está destruida.

- ¿Y él está destruido?

- Aborda las cosas con más serenidad. Desde el primer momento manifestó su arrepentimiento. Muchas veces son debilidades tremendas y la persona ve el daño que le causa a la Iglesia con esto.

- ¿Usted le dio la absolución?

- No. Cada uno tiene su confesor propio, por libre elección.

- ¿La gente distingue entre las personas y las instituciones?

- Creo que distingue más claramente entre personas de la Iglesia y Jesucristo. La mayoría dice esto no va a afectar mi fe en Jesucristo. Pero sí daña a muchas personas su relación con los sacerdotes. Me duele que sea así, porque la inmensa mayoría de los sacerdotes en Chile son muy generosos, tienen muchos valores espirituales y se desviven al servicio de los demás. Así y todo hay quienes empiezan a dudar, a pensar cuántos serán como los acusados.

- Muchos temen ahora poner a sus hijos en colegios de curas.

- Para quienes están en contacto con sacerdotes, esas reacciones son pasajeras. Quien conoce a su párroco, a la comunidad religiosa del colegio toda una vida, esto no le hace mella. Pero muchos están muy lejos de los sacerdotes y entre ellos surgen dudas más generalizadas.

- ¿Quiénes cree usted que son los más escandalizados?

- Los que sufrieron algún acto indebido. Sus padres. Son situaciones insostenibles porque han depositado toda la confianza en alguien y, de repente, sienten el abuso de confianza, con daño para los suyos.

- A un sacerdote lo ven como un hombre de Dios en la tierra...

- Uno comprende que en estos casos, que son una rara excepción, la consternación de las personas, y aún su enojo, sea mayor porque esperan mucho más de los sacerdotes.

- Esperan que sean santos.

- Claro. Ahí hay una esperanza y un error. Las personas quisieran vernos santos. No somos santos, tenemos que luchar por serlo, por reflejar a Jesucristo, conociendo nuestras debilidades y defectos.

- Los adultos se muestran, en general, más comprensivos; pero los jóvenes, muy afectados, incluso furiosos. La persona adulta sabe lo que es la debilidad humana, también lo que es el pecado y convive con ello. Pero los más jóvenes creen en lo absoluto, exigen probidad total y autenticidad intachable, sobre todo a una persona que es autoridad: su profesor jefe, político y más todavía el sacerdote. Descubrir esto es comparable a la desilusión que se sufre cuando se produce algo semejante con el papá. Algo tremendo.

Lo más dramático

- De los casos denunciados, ¿cuál le afectó más?

- Tres. Monseñor Cox, por la larga relación de amistad que he tenido con él. El Padre "Tato", por ser el primer sacerdote diocesano que me tocó acompañar en momentos difíciles. El caso del padre Larraín, de Punta Arenas, me impresiona mucho. No lo conozco, pero quienes mejor lo conocen lo creen inocente. Sin embargo ya fue juzgado por la opinión pública...

- El Padre "Tato" ha sido juzgado por la Justicia...

- Y ha confesado todo, con mucha transparencia.

- En la declaración "Horas dolorosas" ustedes dicen que "Dios puede obtener un bien" de estas situaciones. Pero ¿qué bien podría lograrse con que haya sacerdotes depravados?

- No todos los casos de los cuales hablamos son sacerdotes depravados, pero el impacto de ciertos casos es tan fuerte, que obliga a todos - particularmente a nosotros, los sacerdotes- a reflexionar sobre la manera como vivimos nuestros compromisos con Dios y con las personas, a profundizar la vida de oración, a comprender y vivir mejor el Evangelio, a revisar la calidad de nuestras relaciones humanas y la fraternidad entre nosotros, sobre todo cuando hay un sacerdote que vive muy solo.

- También - continúa- invitan a evangelizar con mucha humildad. No existe una iglesia en que todos sean santos. La Iglesia es santa. Sin embargo, aún los santos han tenido una profunda conciencia de sus limitaciones y su fragilidad; recordaban con dolor miserias de su pasado y se dolían por fallas e imperfecciones presentes.

- Es un golpe fuerte que sacerdotes caigan en los pecados que más combaten.

- Sin duda. Se puede proponer a todos el camino de Jesús, tan opuesto al pecado, pero nunca hay que convertirse en juez de la conciencia de los demás. Jesucristo dijo "no juzguéis si no queréis ser juzgados". Hay que tener conciencia de que Dios Misericordioso escoge a las personas, les da una gran misión, los está salvando, pero eso no significa que no tenga un origen y un camino también con faltas y pecados.

La culpa de la Iglesia

- Desde hace años se rumorea sobre la conducta inadecuada de Cox. ¿Qué hicieron las autoridades eclesiásticas?

- Lo que se veía era una manera de ser sumamente cordial, de hacerles desproporcionados cariños a los niños y a los jóvenes, de darle un beso a un joven. Una cantidad de cosas muy inusuales entre nosotros. No eran cosas indebidas pero creaban suspicacias. Comenzaron a pensar porqué será, no habrá algo más, algún problema... Pero esto ocurría a la luz pública, lo veían todos. Los rumores comenzaron a circular con intensidad creciente. Por lo demás, todos eran testigos de la generosidad incansable con la cual dedicaba todas sus fuerzas al trabajo apostólico, cómo se preocupaba de los abandonados, de los drogadictos, y de toda la diócesis. Sólo con el tiempo aparecieron los otros signos que causaban extrañeza.

- Se habla de "comportamiento sexual desviado". ¿Está comprobado?

- Comprobado, probablemente nada. Comprobación no conocí ninguna. Creo que por eso no se tomó ninguna medida.

- Entonces, ¿por ser cariñoso lo están castigando?

- Ser demasiado expresivo en las demostraciones de cariño con jóvenes o con niñas, suscita sospechas, también entre los laicos. Y la gente se pregunta ¿no será que pasen otras cosas en otros lugares? Si las suspicacias se difunden y son muy densas, se hace imposible el trabajo pastoral. A un obispo el Derecho de la Iglesia le pide que presente su renuncia cuando cumple 75 años o si, por enfermedad u otra causa grave, queda muy disminuida su capacidad de desempeñar su oficio pastoral.

- ¿A Cox le pidieron la renuncia?

- Por lo que yo sé, fue él quien renunció. Seguramente la Santa Iglesia no lo destituyó porque no encontró consistencia en las quejas que, probablemente, le llegaron.

- Pero se fue a Bogotá y celebraba misa...

- Un tema es que la Iglesia le encargue a un obispo que tenga responsabilidad por una diócesis. Otra cosa es que lo suspenda de toda actividad pastoral. Si esto no ocurre, ayudará al cura párroco donde viva, con alguna acción pastoral.

- ¿Misa, incluso?

- Claro. El párroco - que es miembro del tribunal eclesiástico de Bogotá- estaba muy satisfecho por la ayuda que recibía de él.

El caso del "Tato"

- En el caso del padre Aguirre, se supo que hace ocho años tuvo un hijo con una adolescente, ¿qué hicieron?

- La gente se pregunta si se usaron los medios adecuados para enfrentar el problema. No sé la respuesta, pero intuyo que se aplicaron los medios tradicionales, antiguos, que eran insuficientes. Me han dicho que el Cardenal Oviedo se preocupaba mucho de él, pensando - probablemente- que con ayuda espiritual y consejo el problema podía solucionarse. Cuando recibió la noticia de que una niña estaba esperando un hijo, según el sacerdote que fue testigo de esa reunión, la familia le expresó que quería prescindir de cualquier acción legal.

- ¿No debieron expulsarlo en lugar de enviarlo a Honduras?

- Se buscó el medio que pareció más eficiente: pedirle a un movimiento de la Iglesia que lo acompañara y se preocupara de él. Se fue a Honduras como tres años, a una actividad apostólica muy intensa y fecunda. El obispo de la diócesis quedó muy contento con él. Después, debido a que su madre estaba muy enferma, volvió a Chile y desapareció en el trabajo hasta que surgió el último caso, lo cual demostró que los medios fueron insuficientes. Al parecer, también su grave enfermedad influye... Actualmente en un caso así se le envía a un centro de rehabilitación, ya sea de alcoholismo, drogadicción, problemas de homosexualidad. Los hay muy buenos.

- ¿También para sacerdotes?

- Sí. Los sacerdotes pertenecen a la misma raza humana; entre ellos se dan los problemas que se dan en otros medios, pero en mucha menor proporción, por gracia de Dios.

CONTRA LA IGLESIA
"No dudo que hay una campaña periodística"

- ¿Cree, como se ha sugerido, que tanto escándalo es para tapar el tema de las coimas?

- Hay gente que así lo piensa. Prefiero no imputarle a nadie esa intención.

- Pero ¿piensa que hay una campaña contra la Iglesia?

- Al comienzo pensé que no. Me resistí a suponer tanto mal. Pero me he convencido de lo contrario. Hay medios que se han lanzado a buscar eventuales antecedentes o indicios reprobables, examinando nombres antojadizos de sacerdotes y echándolos a correr primero por la vía del rumor y del amedrentamiento. Quieren golpear a la Iglesia y a algunas de sus figuras más conocidas. Me duele decirlo, pero ya no lo dudo.

- ¿De dónde podría venir una campaña semejante?

- A la intención anterior se une otra realidad lamentable, que repercute negativamente en toda la sociedad. El escándalo vende. Dejan de lado toda consideración ética: el respeto a la honra de las personas y las instituciones, como el deber de considerar el bien del país. Hay que impedir que otro medio se adelante en entregar una noticia escandalosa. Hay medios, gracias a Dios, que no participan en esta carrera. Deberían ser premiados por los clientes.

- ¿Los medios de comunicación debieron callar...?

- Cuando llega una denuncia a un tribunal, tienen el derecho y, a veces, el deber de publicarla. Algo distinto es cómo lo hacen.

- ¿La culpa la tienen los periodistas que publican las noticias o los sacerdotes que cometen delitos?

- La primera responsabilidad la tiene el que falla. Pero el editor y el periodista deben tener principios éticos de cómo se publican estos asuntos tan delicados y, a veces, tan graves, consultar fuentes seguras, no enlodar con fuentes de escasa credibilidad, no difundir rumores, etc. Falta rigurosidad. Hay medios de comunicación que no están a la altura cuando se trata de temas muy delicados.

- ¿Cómo piensa enfrentar la situación?

- Debemos defender a los sacerdotes y a quienes puedan ser víctimas de acciones criminales. Si hubiera alguna denuncia verosímil, deseo que se entregue responsablemente en la curia diocesana. Pero igual o peor crimen es difundir sospechas sobre los sacerdotes que, seguramente, casi en su totalidad, sólo merecen el respeto y la gratitud de todos. Normalmente son personas ejemplares las que trabajan pastoralmente en nuestro país.

- Quienes difunden rumores sobre ellas, dañan a las personas, a la Iglesia y a la sociedad. Lo mismo vale con el rigor que se precisa cuando se trata de otros servidores públicos. Las personas que sean atacadas contarán con el apoyo de grandes penalistas, ya que ahora ofrecen sus servicios y que, desde ya, agradezco. Nos haremos parte de las acciones criminales contra cualquier medio que difunda noticias falsas que dañen a la Iglesia. Esta enfermedad que todos palpamos, debe ser sanada.

EL ORIGEN DEL MAL
"El celibato no influye en nada"

- ¿Por qué ahora se sabe de sacerdotes homosexuales, de curas pedófilos? ¿O es algo que ha ocurrido siempre?

- Homosexualidad y pedofilia son dos cosas que existen en la sociedad y que se presentan en todas las instituciones, con cierta frecuencia en hogares y familias. Seguramente entre los sacerdotes, en mucha menor proporción que en numerosas otras instituciones. En EE.UU. las denuncias afectan al 0.8% de los pastores. Antes estas situaciones permanecían ocultas en la sociedad.

- ¿Qué hacen los seminarios para evitarlas?

- Antiguamente no existían los test sicológicos para admitir a los jóvenes; el ingreso se basaba en los antecedentes que se pedían y en la impresión que producían. Ahora la admisión es muy exigente: hay baterías de test y, a veces, delatan tendencias anormales. Se mide el equilibrio emocional, la madurez afectiva, la orientación sexual, las agresividades, etc. Pero puede ocurrir que una persona no presente ningún problema en el seminario y que 10 o 15 años después aparezca, con mucha fuerza, una paranoia o una tendencia que estaba dormida.

- Pero ¿es un problema de hoy o de siempre, monseñor?

- Son cosas que han ocurrido siempre y, gracias a Dios, hoy existe una conciencia mucho más nítida de los derechos de lo niños, del mal que causan determinadas conductas, de la responsabilidad criminal. Y ahora se aplican medios adecuados para evitar que estos problemas se produzcan.

- ¿Son personas desviadas que se refugian en el sacerdocio; jóvenes que les tienen miedo a las mujeres ...?

- Hace 30 o 40 años, por ejemplo, entiendo que algunos formadores pensaban que si alguien tenía distancia a las mujeres o una tendencia homosexual, nunca querría casarse y por tanto llevaría muy bien el celibato. Actualmente nadie piensa así.

- A su juicio, ¿la pedofilia es una enfermedad o una perversión?

- Eso habría que preguntárselo a expertos en la materia. Por lo que sé, es una enfermedad, pero una enfermedad que pervierte las relaciones entre las personas y que causa un daño infinito.

- Y dicen que es incurable...

- Así he leído, pero habría que dejarles la palabra a los expertos.

- ¿Qué relación cree que hay entre homosexualidad y pedofilia?

- No estoy seguro. La pedofilia se da en muchas familias. Un tío, un padrastro, un primo. Muchas veces, en gente claramente heterosexual y casada.

- Y el celibato, ¿cómo influye en este problema?

- Yo creo que el celibato no influye en nada en la homosexualidad ni en la pedofilia. Son disposiciones o tendencias de otra índole. Pero es claro que un celibato mal vivido, así como una vida conyugal mal llevada, pueden hacer más fácil que se exprese una tendencia así.

- Pero el celibato es tan antinatural, monseñor...

- Eso opina la gente que no lo comprende. Pero los que están llamados al sacerdocio reciben una gracia especial. La clave del celibato está en el amor a Dios y en la entrega generosa - sin otras obligaciones familiares- a las personas, para ayudarlas a vivir en plenitud su vocación cristiana. La dedicación generosa a mucha gente suscita una paternidad espiritual muy gratificante. Quien la vive y desarrolla al mismo tiempo una relación muy honda con Dios, vive con mucha paz y alegría su vocación, con plenitud. En el celibato uno renuncia a la exclusividad del amor conyugal y a que los hijos sean procreados por uno. No renuncia a la sexualidad: va a ser muy varón o muy mujer quien se consagra a la vida religiosa; renuncia a una de las esferas de la sexualidad, pero no a amar con todo el corazón y con alegría.

- Si es así, ¿cómo pueden caer en actos tan inmorales, abusar de niños y, seguir predicando, comulgando...? No se entiende.

- Cuando una caída es sólo un momento puntual de debilidad, la confesión del pecado ofrece el perdón de Dios. Pero si se trata de delitos que se repiten una y otra vez, ambas cosas son incompatibles. Sin embargo, no hay que olvidar un hecho: muchas veces estamos ante personas enfermas, cuya patología puede oscurecer su manera de juzgar las cosas.

Sexo y pecado

- A raíz del padre "Tato", usted dijo "hemos de entender y asumir el doble valor de la sexualidad como don de Dios y no degradarla". Pero, durante siglos, la Iglesia Católica ha convertido sexo y pecado prácticamente en sinónimos.

- No se puede dudar de la nobleza de la sexualidad. Es un don de Dios. Es cierto que muchos pensaron, durante un largo tiempo, que buscar la perfección en la Iglesia era meterse en un convento y ser célibe. Así entendían la santidad; todo lo demás era imperfección. Y como para los célibes ejercer la sexualidad como en el matrimonio era un pecado, muchos confundieron el sexo con el amor desordenado y el pecado. Pero no son sinónimos, absolutamente no.

- Aguirre primero trabajó en colegios del barrio alto y después lo mandaron a una población modesta. Se ve como algo clasista...

- La información fue mal dada. Después de un breve tiempo en una parroquia del barrio alto, iba a esos colegios desde una parroquia de gente de escasos recursos. Lo que recibe un sacerdote en una población es tan poco que suelen buscar un lugar para obtener algo más para vivir mejor. Él vivía en una parroquia muy modesta e iba a trabajar a los colegios.

- Su visita en la ex Penitenciaría al sacerdote, se interpretó como un respaldo.

- Iría a visitar a cualquier sacerdote que estuviera en la cárcel. Es deber de todo cristiano. Jesucristo así lo dice y así lo premia..

- Si visita a un asesino, nadie lo critica; pero a un cura acusado de pedofilia...

- Ese es un problema de los que critican, no mío. Mientras más afligida esté una persona, más necesita que lo visite un sacerdote. Hay entre nosotros una conciencia muy clara de lo que sufren las víctimas.

- Pero como imagen, si un funcionario de gobierno cae preso por corrupción y el Presidente Lagos lo visitara, ¿qué diría la gente?

- No sé, es muy distinto la vida política que - en parte, vive de imágenes- de la vida de la Iglesia, que está sellada por la misericordia. Los que no practican obras de misericordia, no son cristianos. Así de radical. Prefiero tratar de cumplir lo que Jesucristo pedía: ir a buscar a la oveja que no está en el redil, olvidando las imágenes.

- Ahora el Vaticano anunció que no acepta curas homosexuales.

- Quienes son homosexuales merecen un respeto muy grande. Hay que tener una actitud muy humana y fraterna con ellos y no pensar que se los desprecia y condena porque no tienen acceso al sacerdocio.

- Pero se los discrimina.

- Si alguien tiene tendencia homosexual y cede a ello - como ocurre muchas veces- el daño es tan grande que la Iglesia no quiere sacerdotes homosexuales. En muchos homosexuales hay algo compulsivo.

IDENTIDAD:
Francisco Javier Errázuriz Ossa.

Edad: 69 años.

Estudios: Liceo Alemán. Tercer año de Ingeniería U. Católica. Bachiller en Matemáticas Superiores. Licenciado en Teología U. de Friburgo, Suiza

Trayectoria: Noviciado en Suiza, ordenación sacerdotal (61) Padres Palotinos. Generación fundadora Comunidad Padres de Schoenstatt. Asesor general de Padres de Schoenstatt (74) con sede en Alemania. Arzobispo en Roma. Obispo en Valparaíso. Presidente de Conferencia Espiscopal y vicepresidente del Celam (97). Arzobispo de Santiago (98). Cardenal (febrero 2001)

Cargo actual: Cardenal Arzobispo de Santiago. Vicepresidente de Celam y Presidente de la Conferencia Espicopal.