Sor Silvana Bessegato, testimonio de servicio y compromiso

Al momento de su partida

Sor Silvana Bessegato, testimonio de servicio y compromiso

El 4 de abril de 1949 esta religiosa de la congregación de Santa Marta llegó a Chile, siendo parte del segundo grupo que arribó al país tras una invitación del entonces obispo de Talca, don Manuel Larraín Errázuriz.

 
Miércoles 27 de Octubre de 2021
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En la ciudad de Curicó, en plena primavera de 2021 (26 de octubre), Sor Silvana ha partido al encuentro de Dios Padre a la edad de 98 años, para seguir en su servicio perpetuo, con un legado que trascenderá en los corazones y memoria de cada persona que tuvo la dicha de conocerla.

Su misa funeral será el jueves 28 de octubre a las 10:00 horas, en la capilla del Instituto Santa Marta entrando por Alberto Mozó. La eucaristía es abierta a quienes deseen asistir portando su pase de movilidad.

Compartimos la entrevista que dio a la revista COMUNICANDO y que fue publicada en la edición de septiembre de 2018.

En las memorias de Sor Silvana Bessegato
- Hace 70 años la congregación Santa Marta, enviaba desde Génova, Italia, a los primeros grupos de religiosas a Chile, iniciando un servicio de evangelización a través de la educación en el país y en Latinoamérica.
- Sor Silvana Bessegato, fue una de las primeras religiosas en pisar el país y a sus 95 años, lo recuerda como si hubiese pasado ayer.

Desde los 15 años, Albina Carmela Bessegato Miatto (su nombre real) sintió el llamado de Jesús en su corazón y se mantuvo como participante activa en la Acción Católica, sin embargo, sus padres siempre quisieron que asistiera a la universidad y así lo hizo. Allí estudió para ser profesora y aprendió además a hablar español, inglés y francés, pero Dios siempre estaba presente en cada paso, y en la misma universidad conoció a las hermanas de la congregación de Santa Marta, por lo que comenzó a participar con ellas los sábados y domingos en catequesis de su parroquia.

“En mi corazón ya sentía el llamado de Jesús y no podía ignorarlo, eran tiempos de guerra y mi familia no lo iba a aceptar. Pero cuando la guerra finalizó en 1945 y mis hermanos regresaron a casa, tomé la decisión de ingresar a la congregación un 22 de noviembre de ese año en que la guerra ya no era lo que movía el mundo”, relata la hermana.

Cuenta además que por parte de su mamá no hubo problema al contarle la noticia, porque ella siempre supo que eso llenaba su espíritu, pero por parte de su papá sí hubo más oposición.

Con tan solo 23 años ya había entregado su vida al Señor y el 15 de mayo de 1946 se colocó el hábito; comenta que antiguamente las religiosas debían colocarse otro nombre, por lo que decidió llamarse Sor Silvana Bessegato. Pasaron 2 años, donde 1 año lo pasó en el noviciado y el 2do año en un jardín escolar realizando trabajo pastoral; el 4 de octubre de 1948 realizaría su primera profesión religiosa y ya para ese entonces el primer grupo de hermanas había llegado a Chile.

Sor Silvana cuenta, que ese mismo día de su profesión solicitó entrevistarse con la Madre Superiora de la congregación, Sor Ignacia Ongaro, para solicitarle poder ser parte del segundo grupo que llegaría a Chile, pero la superiora no se mostró muy convencida con esta petición por ser ella muy joven aún y le respondió que todo sería por sorteo, convencida de que ella no quedaría ya que habían más de 100 solicitudes.

“La madre me miró un poco y me dijo qué va a hacer usted, tan joven con tan solo 25 años, no tiene experiencia. Y yo con lágrimas le dije voy a obedecer a Dios, a los pastores y a mis superiores en el servicio que quiero entregar. Más de 100 solicitudes y la madre hizo el sorteo y del paquete de solicitudes ella eligió sólo 8 sobres y mi nombre apareció de primero”, cuenta Sor Silvana esta anécdota que rememora con especial cariño.

El segundo grupo de religiosas de la congregación llegó al puerto de Valparaíso el 4 de abril de 1949 luego de 33 días de navegación.

Un nuevo país, un nuevo hogar
Recuerda con mucha emoción su llegada al país, con el recibimiento por parte de monseñor Manuel Larraín, quien era el responsable de la llegada de la congregación a Chile y quien se volvería su guía, su padre y pastor, durante tantos años. Pero, además recuerda con bastante apremio su bienvenida en Talca en la parroquia Inmaculada Concepción, donde asistieron muchas personas, bomberos, autoridades, fieles, entre otros, y donde sor Silvana solo podía agradecer a Dios y ofrecérselo al Señor como un homenaje de su bondad por el llamado a seguir sus huellas.

Por 41 años Chile se convirtió en su hogar, viviendo primero en Talca, luego en Curicó, Osorno, Valdivia y otras ciudades al sur del país, trabajando al servicio de niños y jóvenes de escasos recursos, donde conoció realidades que tocaron su corazón. Comenta que siempre que mandaba cartas a sus padres en Italia, expresaba lo bueno y acogedores que son los chilenos y lo contenta que se sentía de estar aquí.

“Estoy agradecida con el Señor, por poner en mi corazón esa curiosidad por el servicio a los demás que me hizo llegar hasta este hermoso país, que considero mi hogar y por todas las personas que han compartido sus historias algunas buenas y otras no tanto conmigo”, aseveró.

Pero en 1990, en los retiros anuales que organizaba la congregación en Santiago, se le informó que necesitaban de su servicio en Buenos Aires, para trabajar en un hogar de niños sin familia en la provincia del Pilar, ubicada a 50 kms. de la capital argentina. Noticia que para ella fue muy sorpresiva, pero debía aceptarla, aunque eso significara irse de lo que consideraba su segundo hogar. En 2010, luego de estar 20 años en el país vecino, regresaría a Curicó donde se mantiene hasta la actualidad.

Mons. Manuel Larraín en su vida
“Tenemos que agradecer a monseñor Larraín, realmente fue un padre, fue un pastor, siempre estuvo muy preocupado por su pueblo, él amaba a su gente, era un hombre en camino, siempre en su ruta visionaria.

La semilla que voló en América latina gracias a él, salió un árbol y ahora está florecido. El árbol creció y sus ramas florecieron sobre todo en Chile, donde ahora son 11 comunidades educativas gracias a su espíritu de servicio visionero”.

Fuente: Comunicaciones Talca
Curicó, 27-10-2021