Iglesia.cl - Conferencia Episcopal de Chile

Opinión / Cartas al Portal


Nuestra esperanza en la fe de antaño

Nuestra esperanza en la fe de antaño Señor Director Como chilena Católica y con los pies en la tierra, siento a la calamidad aproximarse a nuestro País con la triste realidad que nos azota.

Por un lado la pandemia y sus consecuencias de mortandad y económicas y, por el otro, la violencia que desató el 18/10 que si bien es cierto se encuentra en pausa, pero muy lejos de haber desaparecido. Con todo esto, se deja entrever el sufrimiento inhumano de muchos chilenos, principalmente el de los más pobres, ancianos y vulnerables, junto al de los abnegados servidores de la salud, de las abnegadas fuerzas armadas y de orden, como también del gobierno, en que todos despliegan un trabajo y esfuerzo desbastador y desolador.

Tampoco puedo dejar de mencionar el esfuerzo invisible de tantas personas anónimas que siguen trabajando con ahínco para que Chile no colapse y se derrumbe, por lo que sinceramente ruego no desfallezcan sus heroicas fuerzas. Creo estamos insertos en un momento de nuestra historia en que la angustia y la incertidumbre se han apoderado de nosotros, como nunca antes hubimos experimentado.

Sin embargo, siendo un país mayoritariamente de raíces Cristianas nos queda una esperanza real, acudir a la protección de Dios nuestro Padre, que cuando se hizo hombre y murió en la cruz un Viernes Santo, nos dejó a su Madre, La Santísima Virgen María como nuestra Madre, dejándonos bajo su amparo hasta el fin de los tiempos.

Todo me dice, que debemos pedirle a Ella la detención de esta pandemia y violencia en nuestro país, con toda la fe heredada de nuestros padres de la Patria y de nuestra Iglesia de antaño, los cuales depositaron en Maria toda la confianza en su intersección en la batalla del 5 de Abril de 1818, que lograría para siempre la libertad de Chile. Jugando en aquel episodio un papel relevante la virtud de la unidad, humildad y consciencia de la fragilidad humana.

Su fe entonces, no quedó defraudada al salir victoriosos en aquella contienda, dejando plasmado un sincero agradecimiento en la construcción del Templo Votivo de Maipú y en la coronación de la Santísima Virgen del Carmen, como Reina y Madre de Chile. Acudamos hoy a Ella, para que acabe con este mal que nos está envolviendo. Una fe férrea, unida y humilde nos llevara como país nuevamente a un glorioso triunfo.

Pongamos toda nuestra esperanza y confianza en María, al igual que lo hicieron aquellos libertadores de la Patria, laicos e Iglesia Católica de aquellos tiempos, destacándose posteriormente el admirable patriotismo de nuestro primer gran cardenal de la iglesia Católica de Chile, Monseñor Jose Maria Caro, que promovió con ahínco la transformación del primer modesto templo Votivo de Maipú en un grandioso Santuario de una Patria agradecida.

Estoy convencida que no hay que escatimar en ruegos ni en promesas a Dios y a su Madre, nuestra Madre y, mientras más agasajemos su divinidad tanto mejor, por el bien de Chile y de los chilenos.

Con esto, estamos dando un paso más allá de todos los pasos que humanamente podamos dar.

M. Verónica Correa