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Doctor Strange en el Multiverso de la Locura

El vertiginoso comienzo de esta película, la número 28 del MCU, sirve de prefacio para lo que vendrá a continuación: acción desbordada, imaginación infinita y una inmersión en tantas realidades como escenarios podamos visualizar y comprender. Vamos entonces por parte. 

Stephen Strange -Benedict Cumberbatch-, despierta descolocado. En un día especial, pareciera que todo cobra sentido cuando debe rescatar a una joven, América Chávez -Xochitl Gomez-, de los tentáculos de un pulpo demoníaco que la persigue incansablemente. No es adelanto ni spoiler señalar que estamos ante la incursión más osada del concepto del multiverso, esos múltiples escenarios que se cruzan, entrelazan y conectan a través de portales que las artes místicas permiten abrir con gran sentido de oportunidad y enteramente a discreción. 

La constatación que hace Stephen es científica. Esto no solo es una alerta, sino que, además, es algo que entrega numerosas pistas que le permitirían unir cabos sueltos que necesitan imperiosamente explicación. Strange recurre a Wanda Maximoff -Elizabeth Olsen-, en busca de ayuda, sin embargo lo que descubre le deja aun más intrigado. Algo está sucediendo en los universos paralelos. Wanda ha cambiado luego de los eventos de Westview. Ahora, la antigua vengadora tiene como principal motivación reunirse con sus niños Billy y Tommy. 

Así las cosas, los escenarios se multiplican. Estamos en la Tierra-616 y también en la Tierra-838. El paso entre ambas lo permite accidentalmente América. Un viejo amigo es ahora un poderoso enemigo. También encontramos en esta otra realidad a la ex pareja de Strange, Christine Palmer, una científica que trabaja para un especial grupo de líderes. Las opciones parecen infinitas y el camino de salida es tan delgado como peligroso. Definitivamente, Doctor Strange se ve enfrentado a su mayor desafío, tanto físico como intelectual, un multiverso que, literalmente, volvería loco a cualquiera. 

El personaje de Stephen Strange comienza, paso a paso, a ganar en importancia. Esta vez, su segunda película nos sumerge -y nos marea también- en una nutrida multidimensionalidad. Y la locura que genera no es solo visual, sino también conceptual, al sumar muchísimos -tal vez demasiados- elementos; agrega vértigo, idas y vueltas, giros y cambios que confunden y nos descolocan. Abstracta en su concepción de la realidad, la película es lineal en la narración de la historia. La complejidad que contienen las distintas realidades presentadas opera como contrapunto a la claridad de una construcción limpia y sencilla. 

Todo aquello que es característico de Marvel es espléndido en este trabajo dirigido por Sam Raimi: efectos especiales, edición, coreografías, escenarios, fotografía, banda sonora, locaciones, etc. La composición global configura un gran espectáculo audiovisual que realmente se goza en la pantalla grande. Benedict Cumberbatch se nota cada vez más empodeado en su rol, se le ve cómodo, convencido y realmente a sus anchas. Dr. Strange es como su traje a la medida, o también podríamos decir que es un actor a la medida de su personaje. Asimismo, el rol antagónico de la Bruja Escarlata resulta interesante, con Elizabeth Olsen expresando tanto sus conflictos internos como sus exuberantes dimensiones externas. Y realmente es curioso el cómo ambos llegan a juntarse en este filme, por sus historias, personalidades, y sobre todo tomando en cuenta las motivaciones que cada uno tiene. Asiste tambiñen a la cita el Hechicero Supremo Wong -Benedict Wong-, y Karl Mordo -Chiwetel Ejiofor-, un aliado y un enemigo de Strange, respectivamente. 

El concepto de Universos paralelos no es nuevo, pero la idea de los sueños agrega agrega algo diferente. América salta entre universos, pero ¿qué busca?, ¿por qué no lo puede controlar? ¿Qué tiene que ver Strange en esto? ¿Cuál es el papel de Wanda en la ecuación? Son preguntas que se desarrollan a través de múltiples versiones en un relato que lleva los portales a su máxima expresión. 

El guion escrito por Michael Waldron, basado en el Cómic creado por Steve Ditko y Stan Lee es entretenido y se pasa volando. Funciona bien, aunque la entrega previa y la ultima aventura de Spider-Man generaron expectativas que tal vez no hayan llegado a cumplirse del todo. Por supuesto, no se vayan antes de que termine la función porque hay dos escenas post créditos. La primera, como ya es costumbre, es un anuncio de lo que viene agregando algo importante respecto al protagonista. La segunda, aunque de tono menor, es un caramelito para salir de la sala con un saborcito dulce. Y por supuesto, Dr. Strange regresará…