Autor: Oficina de Comunicaciones y Prensa de la Conferencia Episcopal de Chile
Fecha: 2012-09-27
País: Chile
Ciudad: Santiago

Descargar PDF

Síntesis \"Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile\"



  Intervención Mons. Ricardo Ezzati, 27 septiembre 2012




Monseñor Cristián Contreras
Recorte de prensa, La Tercera, 29 septiembre 2012


Ignacio Sánchez, Rector Pontificia Universidad Católica de Chile

"La Iglesia nos regala esta oportunidad en la cual invita a todos sus miembros a vivir este tiempo de gracia como testigos del Señor resucitado, a redescubrir la fe y a ser capaces de señalar la "puerta de la fe" a quienes están en su búsqueda. El Papa, con este año de gracia, nos invita a renovar nuestra fe, a acrecentar nuestro testimonio personal y comunitario y a vivir una renovada conversión.

La Carta, siendo un fruto incipiente de este año de gracia, nos invita a entender la dignidad de la persona humana, fortaleciendo la realidad de sentido que ocupa todo el acontecimiento humano y que lo hace pleno. Con alegría recibimos la invitación a cruzar la puerta de la fe, para que a través del encuentro con el Señor podamos orientar nuestra vida y acciones y ser humildes portadores de una buena noticia".

Padre Gianluca Roso, mccj, Director en Chile de las Obras Misionales Pontificias, OMP

"He leído en dos ocasiones la nueva Carta Pastoral, pero creo que hace falta estudiarla con más calma para no quedarse sólo en los aspectos que más han hecho noticia. En realidad cuando supe de su presentación, me alegró el volver a tener un documento pastoral de nuestros Obispos. Recuerdo que al comienzo de los años 90, como estudiante de teología en Lima, al acercarme a la vivencia de la Iglesia Latinoamericana, los documentos del Episcopado Chileno siempre fueron, para mi búsqueda personal y formación, muy valiosos y estimulantes.

Creo que el momento que vivimos, como sociedad y como Iglesia, amerita un documento de este tipo.Lo encuentro muy valioso por varios aspectos, humilde en su planteamiento, desafiante por los cambios que plantea. Nos damos cuenta que nuestra situación social, cultural, personal está cambiando irremediablemente. Estos cambios no son indiferentes a la reflexión de nuestros pastores, los cuales, con esta Carta Pastoral, demuestran querer conciliar adecuadamente teoría y práctica.

En este tiempo de relativismo teórico y práctico, demasiadas veces disfrazado de sano pluralismo, está delante de nuestros ojos la fragilidad de la actual visión del hombre y del mundo. La evangelización (esta es nuestra razón de ser, como Iglesia) exige un constante monitoreo de la realidad, porque es en el laboratorio de lo cotidiano que es posible injertar signos de un futuro distinto. En este tiempo de "pérdida de credibilidad", muchos propugnan mantenernos en un circulo protegido de respuestas estándar, pastorales de conservación, estandartes de sola doctrina, pero nuestros Pastores nos recuerdan que el cristianismo se propone por el valor de su propuesta y no por la fuerza de sus números.

Creo que además de planteamientos bien concretos, la Carta es un útil instrumento para reafirmar nuestra identidad de discípulos-misioneros de Jesucristo; la necesidad de mantenernos atentos a los signos de los tiempos para seguir adelante (en lo que funciona) o para convertirnos (en lo que estamos haciendo mal) y hacerlo juntos, como Iglesia y como sociedad, con ese instrumento tan alabado, y tan poco usado verdaderamente, que es el diálogo.

Nuestros pastores manifiestan su preocupación porque muchos perciben "nuestro mensaje como una moral de prohibiciones", y por eso desean plantear su reflexión en la dinámica que mira al futuro con esperanza.

Personalmente comparto esto y creo que como cristianos estamos convencidos de que la resurrección de Jesús no nos abre solamente a la esperanza de los "cielos nuevos y la tierra nueva, en los que tendrá estable morada la justicia" (2 Pt 3,13); sino que ella también hace emerger aquel gran "sí" que en Jesucristo Dios ha dicho al hombre y a su vida, al amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia. El "sí" que continuamente y fielmente Dios sigue pronunciando sobre el hombre de hoy y que tiene que encontrar cumplimiento en el "sí" con que cada creyente contesta cada día con su fe, en la verdad, con la esperanza de la definitiva victoria sobre el pecado y la muerte, con el amor con que sostiene su vida y la vida de su prójimo. Hacer visible, concreto, este "sí" toca los cimientos mismo de nuestra Iglesia, la cual de aquel "sí" de Dios es hija, discípula y misionera".



Facultad Teología UC
Síntesis y audios de reflexiones de P. Fernando Montes, Cristián Cox y Joseph Ramos