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Falleció a los 90 años
Emotiva despedida de Iglesia de Santiago a Monseñor Vicente Ahumada, formador de generaciones de sacerdotes

Leer Homilia de Mons. Cristián Caro en la misa de las exequias.

-Trabajó junto al Padre Hurtado en la Acción Católica. Fue Vicario General de la Arquidiócesis entre 1960-61 y durante más de 25 años se dedicó a la formación de sacerdotes en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago.

Con una emotiva Misa en la Catedral Metropolitana, la Iglesia de Santiago rindió un homenaje póstumo a Monseñor Vicente Ahumada Prieto, Formador, Profesor y Director Espiritual del Seminario Pontificio, quien falleciera ayer martes en la madrugada a la edad de 90 años. La Eucaristía fue presidida por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, y concelebrada por diez obispos – Mons. Sergio Valech, Mons. Cristián Caro, Arzobispo de Puerto Montt; Mons. Pablo Lizama, Obispo Castrense; Mons. Horacio Valenzuela, Obispo de Talca, y los tres Obispos Auxiliares de Santiago, entre otros- y un centenar de sacerdotes.

Hasta la Catedral Metropolitana llegó este mediodía el Seminario Pontificio Mayor de Santiago en pleno, establecimiento donde Monseñor Ahumada trabajó durante los últimos 25 años de su vida. También concurrieron delegaciones de parroquias, familiares y amigos del prelado. Los funerales se realizaron inmediatamente después de la Misa en el Cementerio Católico.

Don Vicente no fue sólo un contemplativo, también un apóstol y un formador de generaciones de sacerdotes, destacó en su homilía el Arzobispo de Puerto Montt, Monseñor Cristián Caro. “Y refiriéndose al sacerdote -recordó- decía que es una experiencia hermosa que requiere de una gran vocación de entrega y de servicio. Los jóvenes que ingresan al seminario deben estar seguros de su vocación, tener una actitud de humildad para escuchar lo que el Señor quiere de ellos”

“En este Año Vocacional, recojamos su testimonio de vida y su herencia espiritual para renovar nuestro propio sacerdocio, como servidores de Cristo, de la Iglesia y de nuestros hermanos”, afirmó Monseñor Caro en su homilía.

Datos Biográficos

Monseñor Vicente Ahumada había nacido el 7 de marzo de 1913. Cursó sus estudios en el Liceo Alemán de Santiago. Fue ordenado sacerdote en 1942 por monseñor José María Caro Rodríguez.

Su ministerio sacerdotal lo comenzó como vicario parroquial de la Parroquia San Francisco Solano. Fue párroco fundador de la Parroquia Santa Clara, en el año 1948. Más adelante, fue destinado a la Parroquia Nuestra Señora de Andacollo, donde, además , de párroco fue Rector del Colegio. Fue Vicario General de la Arquidiócesis de Santiago (1960-1961) y Asesor Nacional de la Juventud de la Acción Católica (1945). Luego, y durante 14 años, fue párroco de Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa. En la época del Concilio Vaticano II fue Secretario General de Liturgia. En dicho cargo, junto al entonces Obispo de Talca, Monseñor Manuel Larraín, y Monseñor Eladio Vicuña, trabajó activamente en la aplicación de la renovación litúrgica del Concilio.

Desde 1977, se desempeñó como Director Espiritual y como Profesor de Biblia, Liturgia y Espiritualidad en el seminario Pontificio Mayor.

Su vocación

En entrevista al periódico “Iglesia de Santiago”, en diciembre pasado con motivo de sus 60 años de sacerdocio, Monseñor Vicente Ahumada recordaba que su vocación sacerdotal la descubrió a los 19 años. Quiso ser monje benedictino. Sin embargo, luego de permanecer cuatro meses en un monasterio se dio cuenta que su vocación estaba dirigida a servir a la Iglesia y a la gente en las parroquias, en la calle, en los colegios o donde fuera que lo necesitaran. Su gran orgullo era haber trabajado junto al Padre Hurtado, entre los años 1945 y 1947. “Fueron años hermosos, pero muy difíciles, sobre todo cuando asumí como Asesor de la Acción Católica, cuando él renunció. No quería aceptar tanta responsabilidad, pero el P. Hurtado se me acercó y me dijo me quedara con los jóvenes porque ellos eran el futuro de la Iglesia y me tenían mucha confianza. Así lo hice”, recordaba.

El cariño de la gente

Lo que más impresionaba al P. Vicente, a lo largo de su vida sacerdotal, era el cariño de la gente. “Tengo grandes recuerdos de mi paso por las distintas parroquias que ni el tiempo ni la edad los van a borrar. Siempre me llamó la atención el cariño y afecto que la gente siente por la Iglesia y sus sacerdotes. Recuerdo, por ejemplo, lo agradecido y felices que estaban los fieles cuando, después del Concilio Vaticano II, comenzamos a celebrar las misas de cara al pueblo y en castellano. Ese cambio en la liturgia atrajo mucha gente y fue maravilloso”.

Monseñor Ahumada destacaba que el sacerdocio es una experiencia hermosa, que requiere de una gran vocación de entrega y de servicio.”Los jóvenes que ingresan al seminario deben estar seguros de su vocación, tener una actitud de humildad para escuchar lo que el Señor quiere de ellos. Y por sobre todo deben tener un gran espíritu de justicia para que sean capaces de dar testimonio de la bondad del Señor a los demás”.

Con ocasión de sus 60 años de sacerdocio recibió un mensaje y bendición apostólica del Papa Juan Pablo II.