En el marco de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente se reunieron en la capilla del palacio de La Moneda integrantes de la Alianza interreligiosa y espiritual por clima (AIEC), quienes en coordinación con la Oficina de Asuntos Religiosos (ONAR) y el Ministerio de Medio Ambiente han venido avanzando para alcanzar espacios de colaboración para potenciar a las comunidades de fe en el cuidado de la casa común, capacitándose en desarrollar un estilo de vida diferente, encarnando, de esta manera, una nueva cultura, transformándose en ejemplos de un cambio de paradigma.

La coordinadora de AIEC, teóloga Arianne van Andel explicó el alcance de este acuerdo, señalando que: “Vamos a iniciar un proyecto piloto con 5 comunidades ahora en julio. Primero, aprendiendo de democracia ambiental y el acuerdo de Escazú, después desarrollando proyectos ecológicos locales (…) Porque sabemos que cuando nos unimos, nuestras acciones, que a veces se parecen tan insignificantes frente a la crisis profunda que vivimos, se pueden transformar en movimiento, en algo que va más allá de nuestro esfuerzo individual, que se transforma en esperanza. Con esta confianza sembramos hoy esta semilla de colaboración.”.

En la actividad se realizó el acto simbólico de plantar una semilla de habas, para representar así este esfuerzo de colaboración por el cuidado del medio ambiente. Los capellanes de La Moneda, en tanto, como anfitriones de esta actividad, realizaron reflexiones en torno al significado de la semilla.

Esperanza, origen y comunidad

La obispa luterana, Izani Bruch, reflexionó en torno a la parábola del sembrador, valorando que en este relato el sembrador esparce las semillas con generosidad, pese a las dificultades que se representan en los diferentes tipos de terreno. El sembrador actúa motivado por la esperanza que representa la posibilidad de germinación de una semilla contra toda adversidad. “Estamos en un contexto muy hostil para el medio ambiente, el modelo económico nos hace, muchas veces, pensar que no es posible. Sin embargo, hoy quisiera que nosotros pudiéramos mirar lo potente que puede ser una pequeña semilla, y esa semilla, para que pueda brotar, para que pueda surgir algo nuevo, necesita de nosotros”, concluyó.

El rabino Ariel Sagal, en tanto, reflexionó sobre el texto de la creación y sobre nuestra desconexión con la tierra y la importancia de cuidar nuestro medio ambiente para poder vivir en armonía con la naturaleza. “Adam, traducción literal significa tierra. Por lo tanto, es una ilusión creer que alguna vez estuvimos alejados, o desprendidos de la tierra”, al revisar el libro de Eclesiastés, las alegorías judías, señala que, aunque el texto literal del Génesis no lo dice, Dios habría hecho una advertencia: “tengan cuidado con lo que tocan, porque no habrá nadie después de ti que pueda repararlo. Hoy a eso le decimos huella de carbono”.

El sacerdote católico Nicolás Vial, haciendo alusión al texto del salmo 126: “Los que siembran con lágrimas, cantando cosecharán”, señaló: “Muchas veces nos encontramos en una siembra que no sabemos si dará frutos. Nos enfrentamos a la pregunta tan válida y tan humana de Jesús en Getsemaní: ¿valdrá la pena todo esto? Este salmo nos señala que, aunque la siembra sea con lágrimas, existe una promesa: la cosecha será cantando”. Motivados por estas palabras, invitó a los presentes a que, guiados por la imagen de la semilla, se concentraran en las pequeñas acciones que se van forjando desde las profundidades, que no se perciben en la superficie, pero que, sin embargo, actúan como la semilla germinada bajo la tierra. La esperanza está en estas pequeñas acciones que se realizan en conjunto, al interior de las comunidades de fe, concluyó.

Fuente: Comunicaciones Caritas Chile
Santiago, 06-06-2023