“La Iglesia en su enseñanza no duda en llamar “homicidio” a esta acción”

“La Iglesia en su enseñanza no duda en llamar “homicidio” a esta acción”

En entrevista para la Revista Iglesia en San Bernardo, Monseñor Juan Ignacio González aborda el proyecto de Ley de Eutanasia que se pretende legislar en Chile.

 
Viernes 29 de Enero de 2021
Monseñor ¿Qué significa el proyecto de Ley de Muerte digna y cuidados paliativos” aprobado por la Cámara de Diputados de Chile, para la Iglesia, la vida de los católicos y chilenos en general?

Siempre es reprochable moralmente e inaceptable – un pecado en contra de Dios y de la dignidad de la persona humana – permitir que directamente se prive de la vida a una persona disminuida, enferma o moribunda, aun en el caso
de una enfermedad grave y terminal. La Iglesia lo enseña con total claridad y sin excepciones y concluye: “Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un
homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre”.(Catecismo de la Iglesia 2277).

¿Cuál es el significado de la eutanasia en la Iglesia?
En el fondo, cuando se va por este camino, como han intentado algunos diputados, se está imponiendo una visión antropológica del ser humano contraria a su propia dignidad: es una manifestación más del rechazo de toda ley superior, es decir Dios mismo, y una expresión de una autonomía de la voluntad que pretende que cada uno se hace a si mismo.

A muchas personas les parece muy sutil la diferencia entre lo que hoy se llaman dejar de usar los medios médicos para que una persona permanezca con vida, de lo que es la eutanasia. El resultado es el mismo; la muerte de esa persona.
Si las cosas se miran sin hacer distinciones importantes parecería que es así. Pero “la interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente” (Catecismo. 2277).

¿Pero cuál sería la diferencia esencial?
“Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados”.(Catecismo. 2279). Una ley que permite la eutanasia lo que hace es permitir legalmente tomar medidas directas para poner fin – matar – a una vida humana. Eso nunca es moralmente lícito. La Iglesia en su enseñanza no duda en llamar “homicidio” a esta acción.

¿Pero entonces por qué no seguir este camino?
Creo que es necesario decirlo con claridad. En algunos parlamentarios prima el intento de romper – digamos – esquemas y van adelante por razones ideológicas, siguiendo la tendencia de otras naciones. En otros, quizá incluso que se declaran cristianos e incluso católicos, el tema de una mal entendida compasión los lleva a traicionar lo esencial. Creo que, más allá de las convicciones religiosas, tenemos derecho a esperar más profundidad y estudio de los representantes populares.

En todo caso, hay en estos momentos en el Senado un proyecto al respecto. Estimo que lo que debe suceder es que el proyecto de la Cámara y del Senado se unifique para llegar a un resultado que no sea contrario a la moral y ética propia de una nación cristiana.

¿Qué le parece que en medio de una pandemia que ha traído tanto dolor, sufrimiento y muerte, se esté tramitando una ley de eutanasia en Chile?
Un aprovechamiento injusto, un despropósito y una muestra de incapacidad para comprender los problemas humano reales sin duda, pero que tiene soluciones verdaderas.

¿Cuál es el escenario al que nos enfrentamos al contar con una ley así?
Quien quiera – en especial los parlamentarios católicos o cristianos – tener una información actualizada, que ha sido publicada hace pocos días, puede leer la Carta “Bonus samaritanus” enviada por la Congregación de la Fe, con la aprobación del Papa Francisco.

Pero ¿qué puede hacer una persona “de a pie”?
Tenemos en nuestras manos elegir las autoridades. Creo que un cristiano, un hombre o una mujer de bien, que quiere que se respete siempre la dignidad de la persona humana, los derechos humanos esenciales, no puede moralmente dar su apoyo a un candidato que apruebe o no se oponga activamente a un proyecto de ley de eutanasia en el sentido que hemos conversado. Mientras, es bueno decirlo, hay muchos parlamentarios que se la están jugando y los apoyamos con la oración y con argumentos. Vienen muchas elecciones por delante. Fijémonos bien a quienes entregamos la conducción de nuestro país.

¿Por qué surge una Ley de Eutanasia que pretende dar una muerte digna en una sociedad moderna que cuenta con avances médicos para otorgar cuidados paliativos y aliviar el dolor ¿En qué estamos fallando como sociedad y seres humanos?
Las fallas son muchas, como resulta evidente por la serie de leyes y disposiciones que atentan contra la vida humana. Eso daría para otra entrevista. También en el orden del uso de los recursos, que si se destinaran verdaderamente a las cosas esenciales, no estaríamos discutiendo acerca de la posibilidad de quitar – matar – a un hermano o hermana, que esta en un trance difícil. Es una realidad que confirman los médicos, que cuando a una persona en fase terminal se le aplican los cuidados adecuados y se le ayuda – con los medios médicos y espirituales – en esos últimos momentos, nadie quiere que le quiten la vida.

Fuente: Revista Iglesia en San Bernardo Enero Febrero 2021
La foto de la entrevista corresponde a foto archivo del año 2015

Comunicaciones San Bernardo
San Bernardo, 29-01-2021