Unidos gracias a la tecnología comunidad arquidiocesana participó de la Misa Crismal en La Serena

Unidos gracias a la tecnología comunidad arquidiocesana participó de la Misa Crismal en La Serena

Luego de ser postergada por motivos de la pandemia, el Arzobispo René Rebolledo presidió la tradicional celebración en que se bendijeron los Óleos y se consagró el Crisma, así como también los sacerdotes, que siguieron la transmisión por medios de comunicación social, renovaron sus promesas presbiterales.

 
Viernes 23 de Octubre de 2020
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La tradicional y bien concurrida Misa Crismal, que tiene lugar en el contexto de la Semana Santa, postergada debido a la pandemia por Coronavirus, tuvo lugar este jueves 22 de octubre en el templo Catedral de La Serena. A la celebración, que presidió el Arzobispo René Rebolledo Salinas, concurrieron presencialmente un pequeño grupo de sacerdotes y laicos, quienes se ajustaron al protocolo sanitario vigente. En la ocasión se bendijeron los Óleos y se consagró el Crisma, así como también los sacerdotes que sirven pastoralmente en parroquias y comunidades de la Arquidiócesis, renovaron sus promesas presbiterales a la distancia, siguiendo la celebración gracias a los medios de comunicación social, al igual que cientos de feligreses de todos los rincones de la zona.

En su homilía, el Pastor destacó que en esta ocasión la Misa Crismal –dada las circunstancias sanitarias que se viven- se celebró hacia fines de año, “a pocos días de un acto de gran trascendencia para nuestro país, en un ambiente de polarización y escasas señales de diálogo fraterno, de búsqueda clara del bien común, especialmente de la paz y la justicia”, donde además reina una gran preocupación por “el dolor de las iglesias incendiadas, atacadas como el querido templo de “San Francisco” en nuestra ciudad. Manifiesto en nombre de la Arquidiócesis la cercanía a la comunidad Franciscana y a los fieles que tanto aprecian el valioso templo de “San Francisco”. Unámonos en oración para pedir al Señor piedad y misericordia por el acto de ataque sufrido, reparemos el daño causado por la profanación a la dignidad del templo con nuestras plegarias y ofrecimiento de sacrificios”.

Otro de los temas aludidos en el mensaje fue la situación sanitaria que afecta al mundo entero y que ha provocado en la población angustia, desconsuelo y tristeza. “La pandemia del COVID-19 nos dejó perplejos y aún hoy en diversos modos nos sigue azotando. Habituados a proseguir adelante, siguiendo nuestros razonamientos y planificaciones, la situación que creó este virus furioso nos puso en un escenario en el que atónitos observábamos como variados aspectos de la vida se desmoronaban. Sorpresivamente se apoderó de nosotros la preocupación, el temor, la angustia frente a un futuro incierto. Ante nuestros ojos: sufrimiento por doquier, dolor desgarrador, preocupación y temor, angustia, soledad y muerte. Con la gracia del Señor, el consejo y la ayuda fraterna que, gracias a Él, no nos falta, buscamos vivir nuestra vocación sacerdotal en uno de los momentos más complejos y difíciles de la historia humana. ¡No estábamos preparados! Todo vino de improviso. Sabíamos que el Señor requeriría de nuestra entrega, amor y fidelidad en momentos felices y gozosos de nuestra vida, como en aquellos complejos y dolorosos. Así lo pensamos y reflexionamos muchas veces en la etapa inicial de formación en el Seminario. Fue nuestro convencimiento también en el día inolvidable que fuimos llamados para la ordenación sacerdotal, ante el altar del Señor y la comunidad cristiana”, puntualizó.

Además, el Arzobispo enfatizó en que “es la fidelidad y el amor del Señor inquebrantables que nos sostienen en todo momento. Acostumbro decir a los fieles que, en toda circunstancia, alegre, festiva y de regocijo, aún más en aquellas tristes y dolorosas, siempre estamos en las manos de Dios. Hoy lo repito a ustedes, queridas hermanas y hermanos, que en comunión están viviendo esta Misa Crismal -a través de medios de comunicación social y plataformas digitales- lo digo también a ustedes apreciados hermanos sacerdotes: siempre estamos en las manos de Dios. El salmista así lo escribió y nos lo ha transmitido: “Mi fidelidad y amor lo acompañarán, y por mi Nombre triunfará. Él me invocará: Tú eres mi Padre, y mi Dios, mi Roca salvadora” (vv 25-26)".

Finalmente, Mons. Rebolledo se refirió a la misión de los sacerdotes en tiempos complejos como el que atraviesa la sociedad, sobre todo en virtud de las promesas presbiterales que renovaron en la especial ocasión. “Para el servicio de su pueblo, también nosotros fuimos ungidos, con el óleo de la alegría. Siguiendo a nuestro Maestro, el Ungido, como su nombre lo dice, Cristo, estamos llamados, como Él, a “dar Buena Noticia a los pobres, anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 18-19). ¿Es posible que un año de tanto sufrimiento, incertidumbre, angustia y muerte sea un “año de gracia del Señor”? ¿Es oportuno comprometerse en primera línea en este anuncio que pareciera contradictorio? En pensamientos, razonamientos y perspectivas meramente humanas, evidentemente la respuesta es un rotundo no. Sin embargo, andando el camino de Jesús, la respuesta, aunque purificada por el dolor, es un heme aquí Señor, como nuestro Maestro, es un sí al Padre, aún siguiendo las huellas marcadas por la sangre del Cordero hasta la muerte en cruz para despertar al gran día, el primero, al alba maravillosa de la resurrección. Con su misterio de pasión, muerte y resurrección, el Señor ha dado el sigilo final a nuestra esperanza. Es la esperanza cierta que nosotros como pastores no solo estamos llamados a anunciar, sino a vivir y a dar testimonio de ella en la comunidad que se nos confió. Al renovar ahora, queridos hermanos sacerdotes, las promesas sacerdotales que hicieron el día de su ordenación sacerdotal, les pido fijar su mirada en Jesucristo, quien los llamó a tan gran vocación de servicio en su Iglesia, contemplar de igual modo a su querida comunidad, que tanto espera de ustedes, de su presencia, palabra y testimonio”.

Unidos a la distancia

La especial celebración -muy apreciada por la comunidad- fue seguida por más de tres mil fieles desde diversos sectores de la Arquidiócesis gracias a los medios de comunicación social. Uno de ellos fue Patricio Aquez, diácono permanente de la parroquia de Paihuano, quien se conectó vía Zoom y manifestó que la celebración es “muy querida por todos, especialmente por los sacerdotes, porque en ella renuevan sus promesas presbiterales. En esta oportunidad no los pudimos acompañar como nos hubiera gustado, pero sí lo hicimos en espíritu. Es un momento emotivo, donde también se bendicen los Óleos y se consagra el Crisma. Son signos importantes para la vida de la Iglesia”, manifestó.

En tanto, Guillermo Loayza, quien asistió presencialmente a la celebración, expresó que “soy feligrés del templo Catedral y también parte del movimiento de Madrugadores. Me siento afortunado de poder participar, pues fuimos muy pocos los asistentes dada la normativa sanitaria. Para nosotros los católicos es una Eucaristía especial , por lo que me pone muy feliz estar acá ”.

Fuente: Comunicaciones La Serena
La Serena, 23-10-2020
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