Hagámonos amigos de nuestros achaques

Hagámonos amigos de nuestros achaques

P. Jaime Pizarro, en el Día de los enfermos en el Santuario de La Candelaria de Copiapó.

 
Martes 28 de Enero de 2020
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Como todos los años, el Encuentro con los enfermos reunió a cientos de personas en el patio del Santuario de La Candelaria. Este año, fue presidido por el administrador diocesano, P. Jaime Pizarro, acompañado de sacerdotes de toda la diócesis.

El P. Jaime, dirigiéndose a las personas enfermas reunidas en el patio del Santuario, les dijo: “Queridos hermanos enfermos, yo espero que ustedes nunca hayan dicho “y yo para qué sigo vivo, Dios debería llevarme”. Esto no puede estar nunca en la boca ni en el corazón de ningún cristiano, no viene de Dios; viene del mal que nos quiere hacer creer que la única vida que tiene valor es la vida de la gente joven, del que está sano, del que tiene plata, y que la vida de los pobres, los viejos, los enfermos, no tiene valor. Jesús no piensa así”.

"La unción no es para morir, es para vivir" -afirmó, e invitó a ofrecer los dolores y fragilidades de la edad o la enfermedad "por nuestras familias, por la iglesia, para que se despierten vocaciones de sacerdotes y religiosas que puedan estar cerca de los enfermos".

"La vida es más que un dolor de rodillas"
Asì lo dijo el P. Jaime, al presidir por quinto día la novena, agregando que "es normal sentir dolencias cuando avanza la edad; la enfermedad, la vejez, son un tiempo lindo en que el Señor se hace más cercano. Hagámonos amigos de nuestros achaques, no son una maldición, son una etapa de la vida".

Reconoció también la labor de las y los cuidadores de enfermos. "Ante ello tenemos que sacarnos el sombrero, son ejemplo de amor, de paciencia, de cariño. Son el rostro visible de Dios para ese enfermo, la caricia que el Señor le hace llegar". Luego bendijo de manera especial a las y los cuidadores de enfermos que estaban en el Santuario.

Misa
Orar por los enfermos y por quienes los cuidan, fue la invitación del P. Rodrigo Herrera, al presidir la misa al atardecer. "La presencia de Jesús, la fuerza de su palabra y la fe de los creyentes, nos manifiesta la fuerza liberadora de Dios, que nos ayuda a vivir con intensidad cada momento e incluso cuando el dolor se ha hecho parte de nuestra vida. La persona de Jesùs es la fuerza para vivir y recorrer ese camino, podemos descubrir que Él camina a nuestro lado, carga nuestros dolores y no da esperanza", señaló en su homilía.

Fuente: Comunicaciones Copiapó
Copiapó, 28-01-2020