A todo el personal
apostólico de la Diócesis.
Queridos (as) hermanos (as):
El terremoto de fines de febrero nos sorprendió trágicamente a todos.
Quiero compartir unas breves reflexiones acerca de este acontecimiento:
a) Resumen de la situación en la Región.
La Región de O’Higgins mantiene una cifra de fallecidos que alcanza a 50 personas (Rancagua 1; Doñihue 1; Lo Miranda 1; Peumo 1; San Vicente 5; Chimbarongo 2; Santa Cruz 11; Chépica 5; Palmilla 2; Pumanque 2; Población 2; Lolol 3; Peralillo 5; Marchigue 1; Carrizalillo 1; Navidad 1. hay desaparecidos en Pichilemu y Navidad.
La situación de personas y viviendas conforme a las evaluaciones preliminares a nivel regional alcanzan un total de 161.161 personas damnificadas. Un total de:
- 17.244 viviendas destruidas
- 19.378 viviendas con daño mayor
- 24.917 viviendas con daño menor.
El gobierno Regional y otras organizaciones han hecho esfuerzos de ayuda. Debe destacarse la acción de la Iglesia local a través de la Cáritas diocesana y los Equipos de pastoral social de parroquias, comunidades y colegios. La ayuda de jóvenes de la Región y de otras Regiones, la preocupación de sacerdotes y personal consagrado para atender tantas necesidades de la gente más humilde. Preocupación y atención que deberá continuar en esta dramática emergencia.
El jueves 4 de marzo con el Sr. Cardenal Arzobispo de Santiago tuvimos una entrevista con la Sra. Presidenta de la República Michelle Bachelet. En privado y luego ante los Medios de Comunicación Social destacó la acción de la Iglesia Católica con palabras muy elogiosas y de mucha gratitud.
Sabemos del mandato de amar que nos legó Jesús el Señor. De la cercanía a los más pobres y sufrientes. Sabemos que el verdadero templo de Dios es cada ser humano como nos lo recuerda San Pablo.
Sigamos sirviendo con amor y con esperanza a todos los que sufren, sean de nuestra fe, o de otra o no tengan ninguna-. El ejemplo del Buen Samaritano es tremendamente elocuente (Lc.10) ¡El Señor nos pide hacernos próximos de nuestros prójimos!
b) Resumen de la situación de nuestros Templos Parroquiales.
En un primer catastro entregado por los sacerdotes podemos decir, sólo en relación a las sedes parroquiales lo siguiente:
Del total de Parroquias:
02 Sin daños 2,98%
10 Con daños leves 14,93 %
11 Con daños considerables 16,42%
16 Con daños graves 23,88%
18 Posible demolición 26,87%
08 Derrumbadas 11,94%
02 Se encuentran en remodelación 2,98%
67 Parroquias 100,00%
Estas sedes deben añadirse a las casas pastorales y parroquiales, los 34 cementerios parroquiales, las casas de comunidades religiosas, algunas totalmente destruidas; hogares de ancianos, los colegios católicos y un largo etcétera.
Debemos ahora hacer un estudio más científico y un plan de reconstrucción para asumir esta situación, sin olvidar nunca la preocupación por los pobres y sufrientes y nuestras tareas primarias de evangelización de misión y de renovación eclesial (II Sínodo Diocesano).
Les invito a reflexionar:
a) Algunos textos
b) Criterios a tener en cuenta
Los textos están tomados de hermanos (as) con experiencia en estas situaciones y de expertos en la materia
a) Algunos textos:
“ante la vastedad de estos daños cabe una primera reflexión: ¿es capaz la iglesia católica de reparar por si sola todo este enorme volumen de daños, y especialmente los de valor patrimonial?
Dado que en la Región, fuera de las iglesias, hay pocos monumentos patrimoniales, cabe una segunda pregunta: ¿es justo y proporcionado que la Iglesia Católica sólo deba hacerse cargo de tamaña reparación” (Mons. Manuel Donoso, Arzobispo de La Serena 14,X-1997 ante el terremoto que afectó Elqui y Limarí)”.
“El Arzobispo de la Serena, considera estas Iglesias como de valor histórico aunque sólo algunas estén declaradas monumentos históricos por la autoridad competente; considera este patrimonio como un valor que va más allá de su uso cultural o religioso por parte de la Iglesia, por cuanto constituye un conjunto de monumentos que testimonian una arquitectura con características propias, que expresa una riqueza de la zona o de la Región” (Mons. Manuel Donoso, Arzobispo de La Serena, ante el terremoto 1997).
“Iniciar la reconstrucción en materia patrimonial significa, en primer lugar, no contribuir a destruir lo que la naturaleza ha preservado aunque sea a medias; implica determinar con efectividad y asertividad los daños que se pueden reparar, lo definitivamente perdido, sin probabilidades de ser recuperado, y en tercer lugar lo que por su valor histórico y simbólico debe ser recreado”.
(Isabel Cruz de Amenábar y Alejandra Valenzuela Oyanedel, historiadoras)”.
“Que se reconstruya todos los edificios que constituyen testimonios únicos de mostrar historia”… “que el pánico y el desconcierto no lleven a decisiones apresuradas” (P. Gabriel Guarda, O.S.B.).
“A pesar de la destrucción, todo se puede recrear, partiendo de una punta que se rescate entre las ruinas … en mi opinión hay que tratar de reconstruirlo todo. Los obispos deben rendir cuentas sobre la memoria de la fe” (P. Gabriel Guarda, O.S.B.).
“La receta es hacer las cosas bien hechas, en los materiales propios y que correspondan, utilizando los conocimientos de hoy. Hoy tenemos construcciones nuevas, de concreto, que están hechas pedazos. En cuanto a materiales, en mi opinión, el adobe sirve. El monasterio de las mojas benedictinas de Rengo o “casas Mendoza” soportó el terremoto de muy buena forma. Su torreón es de 1682 y su iglesia es de 1770. Eso sí, contó con una restauración cuidadosa. Porque toda construcción necesita un cuidado. El que se hayan caído construcciones totalmente abandonadas no puede extrañar a nadie.
El adobe no puede tener filtraciones, porque lo humedecen y socavan. Es usual que le agregan un baño nuevo al lado de la muralla de adobe en Chile ha estado muy abandonado, incluso sé de personas que han debido recurrir a adoberos peruanos. (P. Gabriel Guarda, O.S.B.).
Se incluye como anexo “ Instructivo: Recomendaciones para abordar daños en Iglesias” (página 8)
b) Criterios a tener en cuenta
1) Hemos de vivir este tiempo en una fuerte dimensión espiritual. Hoy más que nunca es necesario recordarnos y recordar a nuestros fieles lo esencial de nuestra fe: la unión con Dios, la intimidad con Él. El terremoto y maremoto es propio de las fuerzas de la naturaleza, pero sin duda que el Señor nos habla en los acontecimientos. ¡Hay signos de su presencia que es necesario discernir!. Hemos de orar y reflexionar para descubrirlos y obrar en consecuencia.
¡Fue tan hermoso ver a párrocos, en mis visitas, celebrar Eucaristías, en las plazas! Multipliquemos los momentos de espiritualidad fuertes en este tiempo, en todas sus formas y expresiones.
2) Las tareas pastorales deben mantenerse y acrecentarse. Hoy más que nunca tenemos que evangelizar, catequizar; invitar a nuestros fieles al seguimiento radical de Cristo y de su Evangelio a seguir renovando nuestra Iglesia en el IIº Sínodo Diocesano. Evitemos la tentación fuerte que tenemos todos de creer que lo esencial en esta hora es la reconstrucción material (¡que tienen su importancia, sin duda!) olvidando la gran reconstrucción de una vida de fe más profunda y comprometida. Para la reconstrucción material, incorporemos en un equipo parroquial a laicos competentes que nos ayuden. ¡Lo harán con gusto y generosidad!
3) El Obispado ha creado dos comisiones que están comenzando a actuar:
3.1. Una Comisión Diocesana de Reconstrucción, presidida por el Obispo y/o Vicario General, para coordinar la gigantesca tarea que significa asumir las consecuencias del terremoto.
3.2. Una Comisión de Profesionales que evaluará y entregará informes objetivos de cada una de las realidades post-terromoto.
4) Cada Parroquia debería tener una Comisión especial presidida por el párroco que se relacione con la Comisión Diocesana de Reconstrucción
5) Para demoler templos u otras dependencias de propiedad del Obispado, se requiere tener el informe de la Comisión de Profesionales, la anuencia de la Comisión Diocesana y la autorización del Obispo Diocesano.
6) El criterio “de la memoria de la fe” y el respeto al patrimonio religioso cultural habrá que tenerlo muy en cuenta al reparar o construir algo nuevo, incorporando elementos de la modernidad, manteniendo en lo posible el estilo histórico. También en diálogo con la Comisión Diocesana.
7) Hay templos que son monumentos nacionales y por lo tanto tendrán un tratamiento especial en diálogo con las autoridades pertinentes.
8) Se buscarán soluciones de emergencia para esta primera fase post-terremoto. Hay que seguir fortaleciendo, hoy más que nunca, la vida de la comunidad cristiana. Hay parroquias por ejemplo, Peralillo, que tiene un excelente salón con capacidad de 200 personas y que el párroco habilitará temporalmente como templo. Otras no tienen esas posibilidades.
9) En algunas parroquias siniestradas hay personas que han ofrecido su apoyo y colaboración en dinero para la reparación y/o construcción del Templo Parroquial. ¡Bienvenido sea! Deberá usarse en “ese” templo y con apoyo de la Comisión Parroquial y conocimiento de la Comisión Diocesana.
10) La Comisión Diocesana, en diálogo con los Decanos, quienes señalarán las prioridades y urgencias de su Decanato, procurará formular un Plan de Trabajo, que por razones obvias tendrá un largo tiempo de ejecución, de acuerdo a los recursos que se dispongan.
Los recursos se buscarán en el extranjero y en el País. El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, creó el 10 de Marzo último, una Comisión Nacional que estará conducida por el Vice-Presidente del la CECh, Mons. Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso. Lo que eventualmente se obtenga, y las promesas de ayuda de futuro, se repartirán a las diócesis afectadas de manera proporcional a la realidad de cada Iglesia Particular.
Queridos (as) hermanos (as):
Este es el tiempo de cultivar la virtud de la paciencia. De alguna manera nos toca compartir la suerte de los más pobres. No podemos ni tenemos los recursos necesarios para resolver todos los problemas pronto. Pasarán años. (Cálculos estimativos y aproximativos nos señalan que necesitaríamos 20 mil millones de pesos sólo para la Diócesis de Rancagua). Nos hemos organizado y vamos a trabajar con todas nuestras energías, pero les ruego a todos paciencia, mucha paciencia. Que entre nosotros reine el amor de Cristo, la mutua comprensión, el ponernos en el lugar de los que más sufren (¡tantos fieles nuestros y otros que no lo son, lo perdieron todo!. Y dicen: “¡Gracias a Dios estamos con vida!”).
¡Estamos con vida! ¡Somos amados del Señor! ¡Nos llama más que nunca a servir con todas nuestras fuerzas, a los más vulnerables y necesitados. ¡Es tiempo de crecer en santidad!. De vivir preocupados por los demás. ¡El Señor nos bendecirá abundantemente!.
Nos anima la esperanza en esta hora de dolor para miles y miles de chilenos!.¡El Señor nos ama!. ¡Su Iglesia está viva en nosotros los creyentes!.
Les quiere y bendice,
+ ALEJANDRO GOIC KARMELIC
Obispo de Rancagua
Rancagua, 16 de Marzo de 2010.
