Nosotras Hermanas del Buen Pastor apostólicas y contemplativas, defensoras de la dignidad de las personas y comprometidas con la justicia y la paz, unidas en Asamblea Capitular nos hacemos parte del clamor del pueblo pobre y sufriente de nuestro país, que grita por la equidad.

Solidarizamos con las legítimas demandas del pueblo: pensiones dignas, educación gratuita, transporte de calidad, salud y vivienda como un derecho básico y sueldos justos. Reconocemos lo perverso del sistema neoliberal deshumanizante, que pisotea la dignidad y los derechos de las personas en función del lucro, que ha generado una violencia estructural que hoy no podemos controlar.

Las orientaciones de la Congregación nos dicen: “nuestro compromiso con la reconciliación nos exige que promovamos la justicia y la paz en un mundo perturbado por el pecado y el conflicto”. Desde nuestras presencias en las periferias existenciales, les hacemos el llamado ¡déjense reconciliar!

Pedimos a todos los poderes del Estado no combatir la violencia con más violencia, sino buscar puentes de encuentro y dialogo, porque “La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Sean capaces de crear la amistad social. No es fácil, siempre hay que renunciar a algo, hay que negociar, pero si lo hacemos pensando en el bien de todos podremos alcanzar la magnífica experiencia de dejar de lado las diferencias para luchar juntos por algo común. (Papa Francisco, Christus Vivit 169).

Junto a todas las laicas y laicos, que forman parte de nuestra familia, seguimos comprometidas en la construcción de un país más justo y digno para todos y todas.

Animadas por la certeza “que una persona vale más que un mundo” (Santa Eufrasia), caminamos y oramos junto a nuestro pueblo, para que cese la violencia y renovamos nuestro compromiso por la justicia y la paz.



Fuente: Centro de Comunicación Buen Pastor
Santiago, 21-10-2019