Monseñor Stegmeier: “Jóvenes, sean felices escuchando a Cristo en su Palabra, obedeciéndole por amor, haciéndose esclavos de Él y de sus hermanos”

Monseñor Stegmeier: “Jóvenes, sean felices escuchando a Cristo en su Palabra, obedeciéndole por amor, haciéndose esclavos de Él y de sus hermanos”

Propuesta de la JMJ Panamá a los jóvenes.

 
Lunes 04 de Febrero de 2019
Hermanos en Jesucristo:

La respuesta de María “he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38) acompañó a los peregrinos a la Jornada Mundial de la Juventud. En la Biblia y en la historia de la Iglesia son muchos los que han respondido al Señor: “Aquí estoy” y “habla, que tu siervo escucha” (1 Sam 3, 4-10). Es una respuesta suscitada por Dios en el corazón del creyente a través de la gracia, que actúa en la misma raíz de su libertad.

A mayor acción de la gracia de Dios en el hombre, mayor es su libertad. Y a mayor obediencia a la voluntad de Dios, se es más libre. Sin la redención de Cristo, la humanidad es esclava del pecado y “el mundo entero yace en poder del Maligno” (1 Jn 5, 19). Pero “para ser libres nos libertó Cristo”. Por eso San Pablo nos exhorta, diciendo: “Manténganse, pues, firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud” (Gal 5, 1).

Pero la Palabra de Dios, para subrayar la necesidad de la obediencia a la voluntad divina para alcanzar nuestro pleno bien, dice que hay que ser esclavos de Dios: “Libres del pecado y esclavos de Dios, ustedes fructifican para la santidad; y el fin, la vida eterna” (Rm 6, 22). María recibió la gracia de ser inmaculada desde su concepción y ser preservada de todo pecado personal. Por eso es la “llena de gracia” (Lc 1, 28). Ella es la que responde siempre “hágase en mí según tu Palabra”(Lc 1, 38). Y de Ella se dice: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1, 45). La plenitud de la gracia en María y su libre y total sumisión a la voluntad de Dios la llevan a aplicarse dos veces el nombre de esclava o sierva (ver Lc 1, 38 y 48).

Es ésta una esclavitud de amor, que no otra cosa es el “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Dt 6, 5). El amor de Dios nos libera de nuestro egoísmo y nos abre al amor y al servicio de los demás. Así podemos vivir el “amarás a tu prójimo como a ti mismo"(Lv 19, 18). Por eso, estamos llamados a ser esclavos de los demás en el amor y el servicio por Cristo. San Pablo lo entendió así: “Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda” (1 Cor 9, 19). También María se hace sierva de los demás, cuando “con prontitud” (Lc 1, 39) va a visitar a la anciana Isabel, embarazada de San Juan Bautista, o va en ayuda de los novios a los que les falta el vino (ver Jn 2, 2). Sobre todo, cuando llena de caridad acompaña a su Hijo en la Cruz (ver Jn 19, 25).

La propuesta para los jóvenes es ser felices escuchando a Cristo en su Palabra, obedecerle por amor, haciéndose esclavos de Él y de sus hermanos.

+ Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica


Fuente: Comunicaciones Villarrica
Villarrica, 04-02-2019