Monseñor Stegmeier: "La alegría del nacimiento de nuestra salvación"

Monseñor Stegmeier: "La alegría del nacimiento de nuestra salvación"

La venida de Jesús, nacido de la Virgen María en Belén, nos devuelve la esperanza en las dificultades, nos consuela y alegra en las tristezas de este mundo y nos fortalece en la debilidad, nos perdona los pecados y nos abre las puertas de la vida eterna.

 
Miércoles 26 de Diciembre de 2018
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Hermanos en Jesucristo:
Celebramos el único motivo que nos puede alegrar de un modo pleno y definitivo: el Nacimiento de Jesucristo, nuestra Salvación. La gracia de la alegría de Navidad sólo la pueden experimentar los humildes y los que se saben pobres en la presencia del Señor, los que tienen conciencia de ser pecadores y han conocido el amor de Dios. Los creyentes somos los pobres del Señor que lo esperamos todo de Él. La confianza en la divina misericordia nos hace felices. La venida de Jesús, nacido de la Virgen María en Belén, nos devuelve la esperanza en las dificultades, nos consuela y alegra en las tristezas de este mundo y nos fortalece en la debilidad, nos perdona los pecados y nos abre las puertas de la vida eterna.

Todos buscan la felicidad, pero muchos no la encuentran porque no saben dónde está. Por eso nuestro mundo es triste, aunque sea tan desarrollado en muchos aspectos. A los cristianos, por pura misericordia, se nos ha revelado en dónde está la felicidad: la alegría del corazón es Jesucristo. Cada año, Navidad proclama que el amor de Dios es eterno y está siempre disponible para derramarse profusamente en el corazón de los que ponen toda su confianza en el Señor. Es también lo que nos proclamaba San Juan Pablo II: “El amor es más fuerte”. Sólo en ese amor podemos superar el odio, la división y la violencia.

El eterno Dios quiso hacerse hombre naciendo en un establo y siendo recostado en una pesebrera, para hacernos ver que Él viene para nacer en la pobreza de nuestros corazones, marcados por el pecado y el sufrimiento. En Navidad nos dice Cristo: “Mira que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Al Señor se le abre la puerta del corazón por la fe, la escucha de la Palabra de Dios, la oración, la conversión y los sacramentos. La mejor manera de recibir al Señor en esta Navidad es recibiendo su perdón en la Confesión con el deseo sincero de convertirnos y disponiéndonos a alimentarnos de Cristo en la comunión eucaristía de su Cuerpo y de su Sangre.

Esta proclamación adquiere una especial fuerza de convicción cuando además se testimonia la propia fe en la salvación de Jesús con la alegría personal. Hemos de ser testigos de la alegría cristiana que nace del amor del Señor. Nuestra felicidad es amar como Cristo nos amó. Precisamente el nacimiento de Jesús ha hecho posible ser felices, porque en Él podamos amar a Dios por sobre todas las cosas y a los hermanos como a nosotros mismos.



+ Francisco Javier

Obispo de Villarrica


Fuente: Comunicaciones Villarrica
Villarrica, 26-12-2018