Con Cristo, un proyecto común de país
  Descargar Archivo (PDF)

Con Cristo, un proyecto común de país

Fecha: Lunes 18 de Septiembre de 2006
Pais: Chile
Ciudad: Copiapó
Autor: Mons. Gaspar Quintana

No hay duda de que septiembre es, para la comunidad chilena un mes de muchos y significativos acontecimientos. Cada uno de ellos tiene, en el alma de Chile, resonancias afectivas e históricas que le son propias. Entre ellos destaca el aniversario de nuestra Independencia nacional, que hoy celebramos, recogiendo, con humilde y agradecida alegría sus 196 años de historia.

Los textos de la sagrada Escritura, que hemos proclamado como Palabra de Dios para nosotros, nos muestran un camino para saber ubicarnos frente a los pasos que Chile ha dado en su recorrido histórico. Es su trayectoria la que queremos asumir desde una triple mirada.

Mirar el pasado con agradecimiento

El profeta Joel (2, 23-32) con un lenguaje tomado de la realidad campesina: animales del campo, pastizales que reverdecen, árboles que dan su fruto y lluvias que originan una abundante cosecha, manifiesta lo que resulta en la vida de los pueblos cuando Dios está presente en ellos. Por esto el profeta exclama: “hijos de Sión, alegraos en Yaveh Dios vuestro salvador.” El pueblo de Israel, tan beneficiado por Dios, tendrá permanentemente en sus labios cantos de acción de gracias y alabanza para quien lo ha elegido como pueblo de la Alianza.
Esta perspectiva, aplicada a nuestro país, nos exige tener una mirada llena de gratitud por lo vivido, teniendo en la memoria profunda a tantos hombres y mujeres que, a través de muchos y grandes ideales de libertad, respeto y fecundo sentido religioso, trabajaron arduamente para hacerlos realidad.

No es una historia que se ha hecho sola o se ha improvisado, sino que se ha venido tejiendo lentamente, desde nuestros orígenes como nación, y en una actitud renovada a lo largo de las generaciones de chilenos y chilenas. No es ninguna novedad decir que los Padres de la Patria reconocieron con gratitud lo recibido y, conociendo la precariedad de los esfuerzos humanos, pusieron nuestro país en las manos del Señor Dios de la historia y lo confiaron al cuidado maternal de María, en la advocación de Nuestra Señora del Carmen.

Por esto que tiene sentido esta mañana el estar aquí para cantar con alegría lo que le da nombre a esta celebración: Te Deum laudamus, es decir, “A Ti, Dios, te alabamos!”


La intención es llegar a descubrir, como Joel, que los más nobles anhelos y esperanzas del ser humano tienen su raíz fundamental en Dios, que a través de la secreta acción de su Espíritu va despertando nobles propósitos en el corazón de su pueblo. Como lo señala el Concilio Vaticano II, la acción de Dios, profunda y activa, alcanza “no solamente a los cristianos, sino también a todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, divina” (GS 22). De esta manera, alabamos y agradecemos a Dios por los proyectos de libertad y justicia que nos han dado vida como nación, ellos son una herencia que recibimos con gratitud y son un desafío para nuestro presente y futuro.

Mirar el presente como tarea responsable

En el Evangelio que hemos leído (Jn 15, 7-15) Jesús aparece diciendo a los hombres y mujeres que le escuchan, lo importante que es “permanecer en Él”. Esto significa que estar unido estrechamente a su persona, exige “guardar sus mandamientos”, a través de una vida clara y coherente con los valores del Reino de Dios que anuncia. Sólo así se puede lograr “permanecer en su amor”, y llegar a tener un gozo pleno, total y verdadero, sin falsas satisfacciones o éxitos inmediatistas.

En esta perspectiva de darle coherencia al proceso histórico de nuestro país, en el camino a la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia, necesitamos volver a los valores que nos dieron origen y que han tejido lo mejor de nuestra historia. Esto supone pensar a nuestro país como tierra de libertad y justicia para todos, cultivando anhelos compartidos que movilicen las mejores energías espirituales y las fuerzas creativas de todos los hijos e hijas de esta tierra.

Sin embargo, percibimos que la amorosa pero exigente acción del Dios que nos ha creado libres, obliga al ser humano a mirar cada instante de la historia con una responsabilidad atenta y consecuente. Bien sabemos que hacer un país en una historia común de búsqueda de verdad, libertad y justicia, es tarea que supone una ardua lucha frente a todo aquello que encierra al ser humano en estrechos horizontes de individualismo o de egoísmos grupales que discriminan o excluyen, a otros de los bienes y anhelos comunes.

Por esto, es conveniente que nos preguntemos en cada momento del proceso que Chile va haciendo, hacia adónde camina la comunidad nacional, en dónde están puestos hoy los sueños de un país mejor. Hablar de la calidad de vida de una nación no es decidir sólo proyectos relacionados con su potencial económico, su materialidad infraestructural o su organización social sino, además, optar en serio, con decisión, por valores y virtudes que le den consistencia y verdadera humanidad al alma de Chile.

Pensemos en Atacama, no sólo como lugar geográfico en el mapa de Chile, sino como un modo de vivir la vida humana, individual y colectiva, con un tipo de gente, inmerso en una cultura, con sus cualidades y defectos.

Debería ser obvio que nunca ha de tener cabida en nuestros anhelos la marginación de los pobres y los pequeños o la desigualdad en el acceso a los bienes de una vida humana digna. Que han de ser alejadas de nuestra decisión el consumismo y la frívola superficialidad, como asimismo una convivencia ciudadana deteriorada por la inseguridad de las personas y sus bienes. Que tanto las políticas públicas como la opción de la comunidad tendrían que evitar, a como dé lugar, el debilitamiento del matrimonio y de la familia, al igual que cualquier atentado contra la vida humana, desde su comienzo hasta su ocaso natural. Finalmente, que, tanto en las autoridades regionales o municipales, como en cada uno de los ciudadanos, se promueva un cuidado responsable y exigente en el manejo de la naturaleza y de sus recursos básicos, evitando efectos inmediatistas cuando se planifica la creación de nuevas fuentes de trabajo.

Conviene recordar que para mucha gente siguen siendo proyectos de alto riesgo para la salud humana o para la conservación del equilibrio ecosistémico, aquellos en que se valora el agua sólo como una mercancía más, de mero valor productivo o comercial, más que como un derecho humano, absolutamente necesario para la vida humana, de valor intransable.

En todas estas tareas hace falta el esfuerzo de todos, chilenos y chilenas, ya que el sentido común como país nos ha enseñado que nuestra historia resulta fecunda cuando hemos vivido proyectos compartidos y dialogados, en respeto y corresponsabilidad, Es un buen signo de madurez social el que diversas corrientes de pensamiento, diversos grupos y actores sociales, así como diversas expresiones del alma religiosa de nuestro pueblo se encuentren en proyectos comunes de interés para todos, especialmente para los más necesitados o afligidos.

La mirada al futuro como servidores

El lema de la Quinta Conferencia General de los Obispos de América Latina y del Caribe, que estamos preparando para mayo de 2007, en la que estará presente el Papa Benedicto XVI en Aparecida, Brasil, nos invita a ser “discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan vida.”

En efecto, uno de los rasgos más significativos que nos impacta en la persona de Jesús de Nazareth, a quienes lo tenemos como Señor y Maestro de vida, es el de servir. Después de lavar los pies de sus apóstoles en la última cena les dice: “Les he dado ejemplo para que Uds. hagan como yo he hecho con Uds” (Jn 13, 15). Toda su vida, desde el nacimiento hasta su muerte y resurrección, y ahora su vida gloriosa, ha sido y es un intenso y prolongado acto de servicio a Dios su Padre, y a los hombres y mujeres de todos los tiempos de la historia.

En esta dirección la Iglesia, como gran comunidad de creyentes, en todos los rincones del planeta, quiere servir a la humanidad, en cada uno de los pueblos de la tierra. Pero este servicio tiene su carácter específico e irrenunciable, como lo ha dicho Su Santidad Benedicto XVI en su hermosa y estimulante carta Deus caritas est: “la Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (DCE 28).

Este servicio queremos vivirlo desde la novedad de Dios que ha tocado nuestra vida: “Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1ª Jn 4,16). La fuerza histórica de la fe es el amor de Dios que busca expresarse en todas las dimensiones de la vida personal y social, una fuerza que compromete y empuja a vivir en el amor al prójimo como actitud de respeto, de acogida y servicio solidario.
Pensando en personas concretas, que en medio de nosotros, en nuestras ciudades e instituciones, han sido testigos privilegiados del carácter público de esta fe en Jesucristo, capaz de transformar la sociedad, se nos vienen a la memoria nuestros queridos santos Teresita de los Andes, Alberto Hurtado, Laurita Vicuña. Ellos, cada uno en su tiempo, en su propio ambiente, vienen a ser una excelente muestra de lo mejor del alma de Chile.

En la huella del Evangelio y sus testigos, cada cristiano, cada católico se sabe llamado por este amor de Dios a ser un actor y protagonista en todos los asuntos sociales y de interés común.

A la luz de todo esto vemos que es una tarea necesaria, aunque pesada y comprometedora, la de educar en un tipo de libertad que esté orientada por la verdad y por el respeto a la dignidad de los demás, que nos hace servidores unos de otros. Lo necesitamos para no traicionar el legado de nuestra historia común ni distorsionar los anhelos de nuestro presente, pues cuando el ser humano no se hace servidor de los demás, se transforma en aprovechador de sus semejantes y en depredador del patrimonio común.

Hace 40 años, con gran fuerza y lucidez el Concilio Vaticano II señalaba que la Iglesia, en esta tarea, reivindica para su misión conseguir “en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y solo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y de situaciones” (GS, 76).

Algunas grandes tareas

En la compleja trama de problemas, situaciones y peripecias que supone la vida de una sociedad como la nuestra, pueden aparecer muchas tareas pendientes en orden a hacer de nuestro país una comunidad unida, sólida, próspera, con identidad propia y abierta al mundo.

En este mensaje de las Fiestas Patrias es conveniente proponer sólo tres, que por su valor merecen una especial consideración.

1. El fortalecimiento de la familia.

Ella es el espacio preciso para recrear permanentemente los anhelos de verdad, libertad y justicia y “el lugar primario de la ‘humanización’ de la persona y de la sociedad” y “cuna de la vida del amor” (Juan Pablo II, Christifideles laici, 40). Ella constituye una escuela fundamental de libertad, pues tiene su origen en la libertad del hombre y la mujer que se comprometen en un proyecto de mutuo amor y servicio, y en el vínculo de amor libremente asumido tiene su más sólido fundamento como escuela de libertad para los cónyuges y sus hijos.

El recordado Papa Juan Pablo II expresó de un modo preclaro este carácter formativo de la familia como escuela de virtudes sociales cuando decía que “el amor de los padres se transforma de fuente en alma y, por consiguiente, en norma que inspira y guía toda la acción educativa concreta, enriqueciéndola con los valores de dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés, espíritu de sacrificio, que son el fruto más precioso del amor” (Familiaris consortio 36).

No es posible, entonces, permanecer indiferentes ante las tendencias que minan los fundamentos de la vida familiar, en especial cuando se debilita el reconocimiento del matrimonio indisoluble como el núcleo auténtico de la familia a la que aspiramos, así como cuando muchas familias carecen de viviendas dignas y con espacios para desarrollar su vida, o cuando crecen los sistemas y horarios laborales que dificultan el encuentro de los esposos y la presencia de éstos en la educación de los hijos. Recientemente el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile señalaba que “el deber de la educación familiar, como primera escuela de virtudes sociales, es de tanta trascendencia, que cuando falta, difícilmente puede suplirse” (Educación, Familia y Pluralismo 4). También, entre las situaciones que nos preocupan, consideramos que ante el progresivo descenso de la natalidad en el país es necesario que nos preguntemos responsablemente acerca de las consecuencias futuras de esta tendencia, que ya comienzan a hacerse evidentes.

2. El compromiso con la vida humana

Parece que hoy, más que nunca, hace falta colocarse adecuadamente frente al misterio de la vida humana, de acuerdo a lo que dijo Juan Pablo II sobre el subrayar “con vigor la incondicionada reverencia y la total entrega a favor de la vida humana desde el momento de la concepción hasta el momento de la muerte natural, y expresando la condena de males como el aborto y la eutanasia.” (Ecclesia in America, n. 63).
Sin duda, la tarea de cuidar y promover el desarrollo de la vida de las familias chilenas implica una gran cantidad de factores diversos e interrelacionados, por ello es que el cuidado y fortalecimiento de la familia es tarea de todos los actores sociales y, particularmente, de las acciones políticas y legislativas tendientes a servir y fortalecerla. Como decíamos en la reciente Carta Pastoral “Matrimonio y Familia. Una buena noticia para la humanidad”: “El matrimonio no es un asunto privado que se pueda configurar según la sola voluntad de los contrayentes. La sociedad queda muy afectada por la realidad de la familia. Por eso mismo, la familia no se puede formar sobre la base de uniones libres según el arbitrio de cada persona. Corresponde al Estado fijar las normas necesarias para el fortalecimiento y la defensa del matrimonio y de la familia, sin distorsionar las normas de la naturaleza” (Matrimonio y Familia. Una buena noticia para la humanidad, 77).

Es en esta perspectiva, y no en otra, que los Obispos han creído necesario poner recientemente ante la opinión pública una afirmación en favor de la dignidad de la vida, porque lo han sentido un imperativo moral irrenunciable. Su intención, enmarcada dentro de una cultura de la vida, es la de evitar que se margine a la familia, se facilite el quiebre de las relaciones intrafamiliares y que a veces se cierre la puerta a los niños concebidos o por nacer” (Cf. Declaración “Hacia dónde camina Chile”, n. 7).

Frente a esta situación, es todo un desafío saber decirles, por un lado, a los jóvenes que no hay verdadera libertad sin responsabilidades, y por otro, el respetar e incentivar el deber de los padres de orientar y acompañar la vida de sus hijos en los momentos más conflictivos de su vida adolescente” (Ibid., n. 6)

Las palabras del Comité Permanente del Episcopado de Chile suenan claras, aunque respetuosas y sugerentes, para expresar la opción “por la dignidad de la mujer, por que su misión en la sociedad sea plenamente valorada, acabando con toda discriminación social y económica que sufre y con toda violencia intrafamiliar”. Asimismo insiste en manifestar la corresponsabilidad del varón en su relación con la mujer y con los hijos, denunciando que promover la anticoncepción no es el camino adecuado para esto, menos aún cuando conduce al ocaso de la maternidad.” (Declaración, n. 2).

3. El mejoramiento de la educacióm

La educación es un asunto clave para la vida de una nación. Ella constituye, si duda, otro ámbito privilegiado para recrear en cada generación los anhelos de verdad, libertad y justicia que animan nuestra vida y nuestra historia.

Tal como lo ha señalado la declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, “la educación es un bien público que debe ser valorado y cuidado por todos los ciudadanos. De la calidad de la educación depende la calidad de vida, la superación de la pobreza, el nivel cultural y la nobleza de las relaciones humanas de un pueblo” (Educación, Familia y Pluralismo 1). La educación tiene su fundamento en la dignidad de la persona llamada a alcanzar su pleno desarrollo humano, de modo que “todos los hombres, de cualquier raza, condición y edad, por poseer la dignidad de persona, tienen el derecho inalienable a una educación que responda al propio fin, al propio carácter, al diferente sexo, que sea conforme a la cultura y a las tradiciones patrias. Y, al mismo tiempo, que esté abierta a las relaciones fraternas con otros pueblos, para fomentar en la tierra la verdadera unidad y paz. (Educación, Familia y Pluralismo 3). No cabe duda, pues, que en la calidad y equidad de la educación se está jugando de modo decisivo el presente y el futuro de nuestros anhelos de libertad y justicia.

Durante este año la vida nacional, también la de nuestra Región, se ha visto conmocionada por los movimientos de los estudiantes que aspiran a diversas transformaciones en el sistema educacional; al mismo tiempo, ya están en desarrollo los trabajos del Consejo Asesor Presidencial convocado para la reflexión de dichos problemas y avanzar en propuestas adecuadamente reflexionadas. En esta tarea colaboramos con disponibilidad, desde la larga tradición educadora de la Iglesia y con el testimonio de tantos educadores y educadoras católicos que trabajan en todos los niveles a lo largo del país.

No está de más hacer presente que la educación es un factor de tanta importancia para el país que ningún ciudadano puede negar su aporte real para que la Reforma educacional mejore en verdad la calidad, la equidad y la cohesión social. Pensando en Atacama, ¿no sería hermoso y reconfortante que la educación dejara de ser un instrumento reproductor de desigualdades para convertirse en un crisol de oportunidades y un lugar de encuentro y desarrollo para todos?

El mismo profeta Joel decía en su tiempo al pueblo de Israel que por la acción del Espíritu de Dios “vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 3, 2). Habitualmente, sucede lo contrario, los jóvenes están llenos de ilusiones y las personas mayores ven más claro; necesitamos que el Espíritu de Dios nos ayude en esta tarea de todo el país. Esto hará que los jóvenes no sólo tengan esperanzas, sino que vean con claridad el conjunto de situaciones involucradas, y que los adultos no sólo tengan una mayor perspectiva para ver la situación, sino que estén llenos de ideales.

Mirando esperanzados el horizonte

Mientras tanto vivimos en nuestro tiempo con el impacto que la globalización de la información o del conocimiento trae hasta nuestras casas. Guerras prolongadas, declaraciones de partes en conflicto, atentados terroristas, asambleas y reuniones en la cumbre, problemas de carácter energético, etc. Y en medio de todo esto, nosotros queremos que nuestro país, desde su lugar en el fin de la tierra, siga haciendo su camino hacia días mejores, hacia un futuro de amor, de diálogo, de dignidad para todos, en un clima de gran esperanza.

Este momento de oración de alabanza al Dios Uno y Trino, debe ser también de humilde petición de los beneficios o dones que el mismo Dios puede conceder a quienes con confianza se dirigen a El, Padre de misericordia.

A través de nosotros, el pueblo de Chile, en su mayoría cristiano, que tiene, a la vez, una larga experiencia de su debilidad y de su espíritu de superación, hace oración con clara conciencia de lo que significa comprometerse en un proyecto común según el plan amoroso de Dios, que quiere una vida buena, justa y feliz para todos sus hijos e hijas.

En un día como hoy queremos mirar a una mujer, elegida por Dios para ser la Madre del Señor de la historia, que ha estado siempre presente en el camino de la Patria: en los momentos hermosos y en los difíciles, cuando parece que el futuro se oscurecía. Guiados y sostenidos por María del Carmen, Madre y Reina de Chile, gobernantes y gobernados, los que hacemos historia en el norte, en el centro o en el sur, seremos en verdad capaces de ser una gran familia de familias, en amor y paz, en la verdadera libertad, con belleza para todos los caminos de la humanidad.

A Cristo, el Señor y Maestro,
Sea el honor, el poder y la gloria,
Por los siglos de los siglos
AMEN.


† Monseñor Gaspar Quintana J. CMF
Padre Obispo de Copiapó

Buscador
 


Destacados

2023  -  2020  -  2019  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  1999  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1984  -  1983  -  1982  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1961  -  1959

2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2015  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  1997  -  1994  -  1993  -  1992  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1973  -  1968  -  1966  -  1964  -  1962  -  1961  -  1959  -  1958  -  1957  -  1956  -  1953

2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2000  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1991  -  1985  -  1981  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  2000  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1991  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1984  -  1983  -  1982  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1969  -  1968  -  1967  -  1964  -  1961  -  1960  -  1959  -  1957  -  1952

2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  1989  -  1988  -  1970

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  2000  -  1999  -  1998  -  1988  -  1985  -  1981  -  1978

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1992  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1983  -  1982  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1957  -  1952

2023  -  2014  -  2008  -  2007  -  2006  -  2002  -  1987  -  1985  -  1981  -  1978  -  1976  -  1975  -  1973  -  1971  -  1970  -  1969  -  1968

2022  -  2018  -  2016  -  2014  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2000  -  1996  -  1995  -  1991  -  1977  -  1974  -  1973  -  1967  -  1955

2019  -  2018  -  2017  -  2015  -  2014  -  2013  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  1999  -  1998  -  1995  -  1994  -  1992  -  1987