Frente a las dificultades que implican flagelos como el sida, no hay que perder la esperanza ni dejarse llevar por el pesimismo. Frente a las encuestas adversas hay que saber tomar lo positivo que puede recoger
Fecha: Miércoles 16 de Noviembre de 2005
Pais: Chile
Ciudad: San Bernardo
Autor: Mons. Juan Ignacio González Errázuriz
El gobierno decidió llevar adelante, contra viento y marea, su séptima Campaña de Prevención del Sida. Esta vez recomendando solamente el uso del preservativo. Utilizando un lenguaje fuerte y descarnado y escenas semieróticas, ha inundado el país con afiches publicitarios y spots televisivos, con un gasto de cerca de 800 millones de pesos. A eso se ha acompañado una abierta discusión en los medios y opiniones encontradas que han involucrado desde las autoridades políticas superiores, la Iglesia, los padres y apoderados. Sin embargo, pese a todas las argumentaciones y razones acerca de la inconveniencia de la campaña el gobierno ha notificado que ésta seguirá adelante.
El Cardenal Errázuriz, dijo que a la iniciativa le “ha faltado mucha profundidad para tratar el tema y un respeto a lo que realmente son las opciones de la población: no se trata de leyes que obliguen a los no católicos a seguir las normas de la Iglesia, sino del respeto que tiene que haber frente a la conciencia de cada persona”. El Comité Permanente de los Obispos ha expresado que “la Iglesia reconoce la gravedad del problema y plantea la búsqueda de soluciones acordes con la dignidad humana y dentro de una concepción integral de la persona. También acompaña a personas concretas a abordar su enfermedad y, en los casos más dramáticos, a morir con dignidad. El problema de fondo es formar a las personas en el amor, mediante una urgente educación integral y humanizante, que presente la sexualidad en su profunda dignidad”.
Al mismo tiempo se publicita con amplitud una encuesta en que aparece un alto porcentaje de católicos apoyando del uso de preservativo. Y no han faltado los comentaristas que fundados en datos estadísticos han expresado que todo esto es una manifestación de la desconexión de la enseñanza de la Iglesia con el pensamiento de los católicos. Toda una puesta en escena que quiere golpear fuerte al país, pero que termina por hacer más vulnerables a los destinatarios de la campaña: nuestros jóvenes.
Como saben todos los expertos, la gran causa de la proliferación del sida es la promiscuidad sexual.
Como saben también quienes conocen la naturaleza humana, el reparto de preservativos a diestra y siniestra provoca un aumento del ejercicio de la sexualidad, sobre todo en los jóvenes. No se debe olvidar que la campaña es abierta y dirigida a todo público y por tanto daña a muchos niños que aún están en la edad de la inocencia. Esta campaña corrompe a esos pequeños y los enfrenta a realidades que aun no están en sus mentes y en tal sentido es incitadora al desorden sexual.
Agreguemos a eso que también los expertos saben que el uso del preservativo no evita absolutamente la transmisión del sida y otras enfermedades venéreas. En conclusión, la campaña contra el sida viene ser un incentivo mayor para que la enfermedad se transmita a mayor cantidad de personas. Recientemente el Dr. Kgosi Letlape, presidente de la Asociación Médica Mundial, ha señalado que “es importante que en las campañas los gobiernos no se centren sólo en un aspecto. El condón no es la panacea contra el VIH”, dijo tajante el médico sudafricano, agregando que “Es tiempo de decir que el condón ayuda a reducir las probabilidades de contraer sida, pero prevenir es modificar y cambiar nuestras conductas, tomar las decisiones correctas, asegurándonos que tenemos responsabilidades personales de tener relaciones seguras. Esa es la prevención”. Como se ve, no se trata sólo de argumentos religiosos o morales, se trata de la voz autorizada de hombres de ciencia, de naciones que sufren el flagelo del SIDA. ¿Cuál es el sustrato profundo que hay detrás de la campaña? Una concepción deshumanizada del ser humano y una profunda desconfianza en nosotros mismos. Con más claridad aún; la campaña es un atropello a la dignidad de las personas. La circunstancia de que una encuesta señale que muchas personas que se dicen católicas expresen estar de acuerdo con el uso del preservativo no agrega nada nuevo a un problema antiguo: la falta de formación y consistencia de muchos católicos en la vivencia de la moral. La moral, es decir la capacidad del ser humano para descubrir cuáles conductas suyas son concordes a la dignidad de la persona, nunca se ha hecho por alzada de manos, mediante sistema de encuestas o por la vía democrática. Sin duda, hay personas y grupos que creen lo contrario. Pero están profundamente equivocados.
No puede tampoco esconderse otro objetivo de la campaña. Desprestigiar a la autoridad moral de la Iglesia Católica, porque la mayoría de las demás confesiones religiosas están de acuerdo con ella. Se trataría de liberar al ser humano de ataduras inventadas por una moral anticuada y pacata. Aparentemente se estarían logrando avances en este ámbito y eso tendría muy contento a los grupos liberales que desde todos los ámbitos aplauden la iniciativa gubernamental. Pero la Iglesia sabe bien que su enseñanza es perenne, se funda en la enseñanza de Jesucristo, el Hijo de Dios vivo y por lo tanto no se asusta ni atemoriza cuando los poderosos de este mundo abusan de su transitorio poder.
No puede esperarse de la campaña en curso ningún efecto bueno. Se provocaran más males como consecuencia de la facilitación por parte de la autoridad de la promiscuidad. Los católicos tenemos que saber que no hay nunca incompatibilidad entre la moral que Cristo nos enseña por medio de la Iglesia y la realidad, por dura y difícil que ésta se pueda presentar. La Iglesia, como madre y maestra y como experta en humanidad, no enseña utopías irrealizables y alejadas de la vida de cada uno de nosotros. Distinto es que a todos nos cueste vivir en la coherencia de la fe, pero para ello tenemos la gracia de Cristo que es siempre sobreabundante.
Frente a las dificultades que implican flagelos como el sida, no hay que perder la esperanza ni dejarse llevar por el pesimismo. Frente a las encuestas adversas hay que saber tomar lo positivo que puede recogerse de ellas y continuar sin desfallecer mostrando la misericordia y la bondad de Dios para con los hombres. Frente a las opiniones contrarias a la moral que nace de la dignidad del ser humano y que la Iglesia nos presenta, hay que continuar con el anuncio de la salvación que nos trae el Señor Jesús, usando todos los medios lícitos a nuestra disposición y confiando en que si aceptamos el mensaje que Jesús nos dejó, conociendo que somos pobres pecadores, El en su bondad infinita nos salvará.
+Juan Ignacio González E.
Obispo de San Bernardo
