En esta Octava de Pascua, tiempo de Gracia en que aún resuena el júbilo cristiano de la Resurrección, Dios Padre ha llamado a su Siervo Juan Pablo II.
En la solemnidad de la Pascua fuimos testigos, junto a todo el mundo, de la enfermedad y del sufrimiento de nuestro Santo Padre. Nos unimos a su dolor de la misma manera en que, durante más de un cuarto de siglo, fuimos testigos de su vitalidad, de su lucidez y fortaleza. Hoy lo acompañamos en el gozo de su encuentro con Dios en su propia Pascua.
Despedimos a un Papa que supo gobernar la Iglesia con valentía, con inmenso celo apostólico, y con un discernimiento diáfano de los signos de los tiempos. Su gran desvelo: mostrarnos a Cristo, como lo hizo en nuestra Patria durante su inolvidable visita hace 18 años. Hay palabras que permanecerán para siempre entre nosotros: “El amor es más fuerte”, “Mírenlo a Él”, “Chile tiene vocación de entendimiento y no de enfrentamiento”, “Los pobres no pueden esperar”.
Hoy sentimos el dolor, como hijos que ven partir a su padre y pastor. Pero nos llena de esperanza la gratitud que, como pueblo de Dios, sentimos hacia el Mensajero de la Vida que nos regaló, en una vida santa, la savia que necesitamos para anunciar el Evangelio y encontrarnos en la comunidad.
Los obispos de Chile agradecemos al Padre Misericordioso por habernos regalado a este hombre siempre lleno de Su Espíritu. Invitamos a los fieles de nuestra Iglesia y a todas las personas de buena voluntad a unirnos en una reflexión y en una plegaria, en este momento de comunión en la fe y en el amor.
Gracias, Juan Pablo II, por mostrarnos a Jesucristo Vivo.
EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente
† Gonzalo Duarte García de Cortázar
Obispo de Valparaíso
Vicepresidente
† Francisco Javier Errázuriz Ossa
Cardenal Arzobispo de Santiago
† Ricardo Ezzati Andrello
Obispo Auxiliar de Santiago
† Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago
Secretario General